Decenas de mujeres refugiadas en los campamentos intentan que la situación no las supere e intentan cuidarse como si todo lo que ocurre no estuviera pasando. Gracias a voluntarias como esta italiana (izquierda de la foto), consiguen estar bellas en medio del horror. En una jaima del campamento de Eko les pinta las uñas, las depila las cejas, les lava la cabeza y les corta el pelo. Las niñas la ven como su «mejor amiga», porque siempre tiene una sonrisa y horquillas de todos los colores.