Acabamos de volver al hostel hace un rato. Pablo está montando el vídeo que colgaremos cuando leáis esta carta. Las primeras impresiones sobre Atenas son contradictorias, lo mismo que sus calles. Al lado de un edificio cuidado, otro está desplomado. Desplomado literalmente. Como si hubiera explotado una bombona de butano ayer. Hay las mismas grandes franquicias que en España y pequeños comercios griegos. Al lado de un escaparate de diez metros de cristalera, hay un pequeño ultramarino que te vende frutos secos en la puerta. Y la sociedad, parecido. Caminando por las calles ves gente de todo tipo, como en España. Pero mientras la vida pasa por una plaza, en la calle de enfrente dos hombres duermen en el suelo y tiene pinta de que no es su primera vez. Han formado colchones de cartón y los han envuelto con una manta. Ellos encima duermen tapados con un edredón que alguna vez cubrió una elegante cama. Ahora tapan a dos hombres que, mientras la gente sortea para no pisarles, tienen los ojos cerrados mientras sujetan un vaso de plástico donde pocos echan monedas.
Como os contamos en la primera carta, esta noche se celebra aquí el milagro de la luz divina, que es cuando comienza el domingo y Jesucristo resucita. A las doce en punto la ciudad se vuelve loca de alegría, comienzan a tirar petardos, las campanas de las iglesias comienzan a repicar y media ciudad se convierte en una fiesta de fuegos artificiales por barrios. Cuando eso ocurre estamos a los pies de la Acrópolis (perdonad que en el vídeo dijera ‘El acrópolis’, es ‘la Acrópolis’). Desde allí la vista es increíble aunque sea de noche. La panorámica de la ciudad es de unos 180 grados. No hay mucha gente, pero si varios grupos jóvenes y varias familias con niños. Lo que sí hay son bastantes fotógrafos profesionales con trípodes porque saben que el espectáculo de luces les va a dar juego. Pero para eso hay que tener un trípode o mucho pulso. Para subir hasta allí hay que tener cuidado en algunas zonas porque las piedras del suelo están tan gastadas que resbalan, lo mismo que las vidas de los refugiados a las instituciones europeas, como dicen los voluntarios. En un rato os mandaré una carta desde El Pireo.