Música: Fernando Velázquez. Fotografía: Sergi Vilanova.
Reparto: Vito Sanz, Berta Vázquez, Chino Darín, Vicky Luengo, Miki Esparbé, Irene Escolar, Josep Maria Pou, Andrea Ros, Juan Betancourt
Género: Comedia romántica.
Salas:Cinesa y Peñacastillo.
Es ingeniosa pero exprime la idea hasta lo cansino. Es arriesgada en sus planateamientos aunque pierde fuelle en su desarrollo, como si la celebración de lo formal tapara en excesos discursivos la vida de sus criaturas. Es valiente pero quizás acabe por mirarse demasiado el ombligo. El eterno juego de las relaciones de pareja es adoptado por Mateo Gil como una elucubración simbólica y metafórica de las formas de la energía, la acción mecánica del calor y el electromagnetismo. En este sentido estamos ante una comedia romántica con mucha física ‘cuéntica’ (de contar) y química escasa. El director y guionista, de carrera corta pero sólida, siempre singular y cambiante en la elección de géneros y poco amigo de los encasillamientos, convierte ‘Las leyes de la termodinámica’ en un un falso documental vertebrado por declaraciones y testimonios de especialistas en la materia, mientras discurre en paralelo un intercambio de sentimientos y sensaciones, entre parejas cruzadas, en las que el azar y el determinismo, la ansiedad y el método conviven y colisionan. El director de ‘Nadie concoce a nadie’ se plantea su documento como si fuese la fiesta de una clase de física bajo la cual asomaran sucesivamente todas las hipótesis posibles sobre el amor y el desamor. Mateo Gil, que incluye un cameo y guiño al cineasta cántabro Daniel Sánchez Arévalo, se postula juguetón y su esquema de película dentro de película es atractivo. Y, sin embargo, la reiteración, los excesos discursivos centrados en una voz en off que, desde el inicio, hace de portavoz de las situaciones, chirría en ocasiones y acaba por mostrarse como una lección engolada sobre armonía, crisis y extinción sentimental. Hay encanto e ingenio en muchos casos, pero el director de ‘Blackthorn’ estruja la invención y el artefacto, siempre estimulante y seductor, se antoja también agotador y plano. Triunfa el hecho de que la comedia nunca oculta que tras la cara amable reside un poso de amargura, de insatisfacción frente a la plenitud aparente. Se revela tan insistente el factor dominante documental y formal que el creador deja desasistida la comedia afectada también por un reparto desigual. Hay algunos golpes de estilo que de haberse encajado con coherencia hubieran evitado su tono de simple ocurrencia. El atrevimiento y la osadía quedan adheridas a la idea que atraviesa la ficción y se diluyen en su desarrollo. Hay muchos átomos de virtuosismo en esta apuesta, pero también un engranaje mecánico que deja ver su fórmula. Más juego de pizarra que tiza emocional. Más física que química.
Guillermo Balbona comenta la actualidad cinematográfica y los estrenos de la semana
Sobre el autor
Bilbao (1962). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense. Ser periodista no es una profesión, sino una condición. Y siempre un oficio sobre lo cotidiano. Cambia el formato pero la perspectiva es la misma: contar historias.