De vez en cuando hay que darse un homenaje y disfrutar de algún lujo. Yo me lo di el pasado fin de semana en Puente Viesgo. Nada menos que la visita a las cuevas de El Castillo y Las Monedas. Una experiencia inolvidable por tan solo seis euros, con guía privado que explicó con todo lujo de detalles las pinturas, las cavidades, las estalagmitas, la vida de los primitivos… En El Castillo la guía fue Mercedes y en Las Monedas Gonzalo. Dos expertos, dos fenómenos. Recomiendo la experiencia de recorrer estas cavidades admirables. Para rematar la jugada visité el Rincón Chico, bar restaurante de Torrelavega en el que Carmen Galarza sirvió un cocido montañés de quitar el hipo.

Y para acabar la jornada, una sencillo paseo por la Alameda de Oviedo y la calle San Fernando, donde cierran y abren tiendas. Como dice el gerente de la Asociación de Comerciantes del Centro de Santander, José María Gandarillas: «El comercio no muere, está muy vivo, los locales abren y cierran». Junto a la cafetería ‘La viña’, en San Fernando, se abrirá en breve una gran oficina del banco ING Direct.

En mi cabeza sigue vivo el citado cocido montañés cuando me llama Zacarías Puente para decirme que ya tiene la matanza del cerdo y que este año es excelente. Las papilas gustativas se me revolucionan. Pero, como dice mi doctora, María Ángeles Campoy Vázquez, «menos plato y más suela de zapato». Y mientras me hace esta recomendación en su consulta del Centro de Salud caen gotas del techo. Filtraciones de lluvia que acaban en un cubo, es decir goteras, a la espera de que arreglen el tejado. No hay presupuesto. En el colegio ‘Ramón Pelayo’ de Santander, algunos niños llevan un mes sin maestros en varias asignaturas. No hay dinero para contratar quien supla los profesores de baja. Esto va de mal en peor. Así que, con este panorama, la gente roba hasta las flores de los jardines.

Carmen Ruiz Lavín, concejal de Parques de Santander, ha adornado la peatonal calle Juan de Herrera con ponsetias, ya saben, la flor de Navidad de hojas rojas. Los desaprensivos las están robando. La vergüenza ha desaparecido en Santander. Desde Chile, la santanderina Sonia del Campo me informa de su vida. Es aeromoza, felizmente casada con Mauricio Gajardo y añora Santander, El Sardinero y la bahía. Normal. Su madre, la poeta y escritora Marisa del Campo, también añora a su niña. Y yo, claro.

Por Navidad ha vuelto a casa la bailarina de clásico Lorena Fernández Sáez, ahora residente en Londres después de pasar por Nueva York y Glasgow, donde ha desarrollado una intensa y exitosa carrera profesional. Rosa Núñez fue su primera profesora en Santander y sigue dándole consejos acertadísimos, según me cuenta. Lorena es hija del conocido editor y librero José Luis Fernández Gándara, que publica todo lo relacionado con Cantabria. Es Navidad y mi asistenta Daisy prepara la pamela para la boda de Roberto Liaño, Míster Cantabria 1996, y Toñi Salazar, cantante, que fue componente del dúo ‘Azúcar Moreno’. Se casan en Segovia, el banquete será en Casa Cándido. Después habrá fiestas en Madrid y en Santander, para celebrarlo por todo lo alto con los amigos. El expresidente de Cantabria y exalcalde de Santander, Juan Hormaechea, no pasa buenos momentos de salud.

Ha permanecido ingresado en el hospital Valdecilla después de sufrir una caída y darse un golpe en la cabeza, sin mayores consecuencias, me asegura su cuñado, el hotelero Juan Renedo. Hormaechea nació el 5 de junio de 1939. Pasé grandes momentos con él cuando fue alcalde, por los ochenta. Esas historias las cuento otro día. Si es que me atrevo. Le pido consejo a la también periodista Blanca Pérez Crespo. Juntos vivimos algunas de ellas.