Atentos. El último gran cambio del cerebro humano se dio, al parecer, hace doscientos mil años. No lo digo yo, lo dice el filósofo y escritor José Antonio Marina. A veces pienso que muchos cántabros se han quedado estancados antes de ese gran cambio evolutivo cerebral. No hay más que ir por las calles y ver el panorama. En Barcelona veo que la gente ha evolucionado y en Madrid también. Aquí la evolución les ha llegado a unos pocos, como a Javier Castillo ‘Poty’, el bailarín de Torrelavega, que ha dado el gran salto a América y está trabajando para Univisión. O Carlos Zamora, de la empresa hostelera Macalaupa, que explota los restaurantes De Luz, Días de Sur, El Machi y Otras Luces y que acaba de recibir el Premio a la Excelencia Empresarial de Santander de manos del alcalde Íñigo de la Serna. O Carmen Presmanes de Arizmendi, ‘Carmenchín’, que durante 42 años ha sido profesora de la Escuela de Turismo de Santander. Ella estudió turismo en 1965, y es miembro de la primera promoción del centro que estuvo situado en el desaparecido Hotel Roma. Y otro destacado, el catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Cantabria Jorge Tomillo que ha sido investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (República Dominicana). Hace días estuvo en Santander Montserrat Despradel Bello, directora del departamento de congresos del Ministerio de Turismo de la República Dominicana. Estudia montar en Santander unas jornadas para mostrar la realidad de su país, que ocupa algo más de los dos tercios orientales de la isla La Española, en el Archipiélago de las Antillas Mayores. En Dominicana tiene varios casinos de juego la empresa gallega Comar, la misma que explota el Gran Casino de El Sardinero, de la que es relaciones públicas la rubia Pilar Alonso, la que sale por la noche de copas con el Príncipe Felipe y doña Letizia. Mi asistenta culirrespingona y mulata, la cubana Daisy, abre los ojos como platos ante esta exclusiva. Alonso sale con los Príncipes en sus sueños y se los lleva de copas y vinos, y a comer las rabas por el barrio Castilla-Hermida de Santander. Soñar es libre y da muchas satisfacciones al cuerpo. El reciente premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa mantiene que hay que tener la sensación de que lo principal está por hacer, o por llegar. Así que hay que ponerse manos a la obra para conseguirlo. Espero que lo primero que nos caiga encima sea un buen gordo, el de Navidad se entiende. Pero como dice el presidente de los loteros cántabros, Fernando Burgués, «no eliges la suerte, ella te escoge». El colmo de los colmos es inaugurar una discoteca y obligar a los clientes a que se paguen la consumición. Y que abonen por dejar el abrigo en el guardarropa. Ha pasado en Santander hace pocos días. Las fiestas patronales en honor del Cristo de la Expiración en Montiel, la bella localidad de Ciudad Real, son mejores. Hay días en que Cantabria parece el Monkey World donde vive Silvestre, que forma parte de la familia de orangutanes del Zoo de Santillana. Aquí residía superfeliz como una perdiz con Budi, Victoria y Juliana. ¡Qué manía de poner nombres de personas a los animales. No lo soporto! Menos mal que me salvo de que a un burro le pongan el nombre de Juan Carlos. No lo hacen por no insultar el Rey, claro. Me cito con mi amigo Arturo Girón, cántabro, jefe de prensa de la Academia del Cine de España, para conocer a sus cuatro burritos pasiegos. Se llaman nada menos que Blasa, Zacarías, Valentina y Bienvenida. Punto en boca. De lo dicho más arriba nada. Mi ratón favorito se llama Pérez y mi coleccionista favorito de autógrafos Tito. De éste hablaré otro día. Tiene piezas de importancia.