Lo del gobierno de Navarra explicando a los escolares qué canciones de amor no deben escuchar, por su contenido sexista, sería de chiste si no resultara ya aburridísimo. Que si Mecano dicen «mariconez», que si Amaral qué se yo… Qué tremenda pérdida de tiempo levantar fronteras en un estado, el del gusto, donde cada cual es soberano y escucha lo que le da la real gana. Y a cierta edad, cuanto más políticamente incorrecto, mejor. Lo pueden llamar rebeldía, subversión o como quieran, pero no es otra cosa que la juventud. Pueden legislar todo lo que quieran, y hasta dejar en pañales a los vietnamitas en técnicas de lavado de cerebro, pero si hay algún ámbito de la cultura contemporánea se ha mostrado completamente libre ése ha sido el de la música. Creadores que escriben en completa libertad y público que escucha, canta y comparte lo que le gusta. Otra cosa es que nos guste más o menos, pero pretender interferir en ese proceso, aparte de una salvajada totalitaria, es un fracaso garantizado. El rock –en todas sus formas– es así. Mejor no intenten domesticarlo, en serio. Cuenten con que les salga el tiro por la culata.
Lo más triste, además, es la falta de respeto al creador que se deja entrever en todo este asunto. ¿Realmente puede haber tabús en el arte? Me gustaría saber por qué un artista no puede reflexionar sobre la violencia en cualquiera de sus formas, o sobre la realidad social. Ya resulta pesado mencionarlo, pero el Humbert Humbert de ‘Lolita’ no es Vladimir Nabokov. Del mismo modo que cuando Loquillo cantaba «¡Uh, sólo quiero matarla!» no está haciendo apología de ninguna salvajada, sino representando a un personaje, con el que no comparte nada, y cuya visión del mundo no nos transmite. Se llama creación, interpretación, arte. Y el discurso incorrecto, la disidencia ideológica, el escapismo y, sobre todo, la provocación, tienen un papel importantísimo en este juego; los jóvenes y adolescentes de todo el mundo en las últimas ocho décadas lo han entendido a la perfección, y no hace falta que nadie les explique cómo funcionan el pop y el rock. Lo que ocurre es que si uno mira el mundo con ojos de político, puede creer que está predicando.
En cualquier caso, esos responsables educativos de Navarra se han columpiado pero bien, porque mira que está feo jugar a ser censores, pero encima no conocerse la historia del rock español… Eso sí que tiene delito. Se le ha olvidado, por ejemplo, el ‘Sí, sí’ de Los Ronaldos, ‘Eres una puta’ de Ilegales y casi toda la discografía de Siniestro Total. Si hasta Un Pingüino en mi Ascensor tendría problemas hoy día para que radiaran sus canciones de los ochenta. Y entretanto, con las canciones malas de verdad, ¿quién se mete? ¿Es que no van a hacer nada contra ‘Paquito el chocolatero’? Miren que el verano está de vuelta en nada, y viene cargado de verbenas…