Die göttliche Ordnung 2017 96 min. Suiza. Dirección: Petra Biondina Volpe.
Guion: Petra Biondina Volpe. Música: Annette Focks. Fotografía: Judith Kaufmann.
Reparto: Marie Leuenberger, Maximilian Simonischek, Rachel Braunschweig, Sibylle Brunner, Marta Zoffoli, Bettina Stucky, Noe Krejcí, Finn Sutter, Peter Freiburghaus, Therese Affolter. Género: Drama | Salas: Groucho
Es amable y llevadera y conjuga con encanto la comedia con el drama, lo social con lo íntimo, el hecho histórico con la crónica y la ficción. Fenómeno cinematográfico de Suiza, femenino y feminista en lo creativo y en su efectividad, ‘El orden divino’ es un filme de postal, realizado con inteligencia pero sin hondura ni desgarro. La cineasta Petra Biondina Volpe se sitúa, en ocasiones, más cerca de la caricatura y la fábula sociológica a la hora de recrear cómo las mujeres suizas no adquirieron el derecho al voto hasta 1971. Mientras los rescoldos del 68 ardían en buena parte del mundo, aquí las pequeñas comunidades como las que retrata el filme vivían inmersas en un machismo, en un orden patriarcal reaccionario y en un sexismo repelente. La película, de la mano de magníficas intérpretes, excelente fotografía y un aire naif y jovial durante la mayor parte de su metraje, se ocupa de las luchas reivindicativas de la mujer a través de una radiografía liviana, más lúdica que verdaderamente política. A la cineasta no le interesa tanto la soflama sufragista como una pulcra ambientación setentera, de vestuario e incluso física de los personajes, caso de la excelente protagonista Marie Leuenberger. Todo es doméstico, costumbrista, riguroso, sin aspavientos ni encendidos mensajes. El despertar y la represión sexual quizás ocupan los mejores momentos como la clase espiritual en la que se descubre la tipología de vaginas y la necesidad de aprender a tocarse. No hay épica. Y la atmósfera está más cerca de ‘Crónicas de un pueblo’ y ‘Cuéntame cómo pasó’ que de una de esas construcciones ambiciosas y grandilocuentes con exaltación del mensaje. En su ligereza y solidez narrativas la directora de ‘Traumland’ (cinta prácticamente desconocida en España) logra su mejor baza. Es un filme de pinceladas, con enorme capacidad para crear una burbuja fugaz y, como tal, inconsistente pero suficientemente duradera para calar en la mirada. Juega con la complicidad, apela a la comicidad elocuente y a la inspiración y al toque dulce que atraviesa casi todo el episodio. Su precisión es envidiable pero también puede ser una visión discutible ese encaje descriptivo de reloj de cuco y chocolate que transpira el juguete que maneja la cineasta a la hora de untar esa realidad de humor y feminismo. Petra Biondina lo tiene claro: lo didáctico debe primar sobre cualquier mirada que imponga una complejidad o profundidad que pueda distraer el objetivo básico de esta ilustración entretenida. Entre escenas, a modo de breves ejemplos, mutaciones de vestuario y de lo cotidiano, el filme va oponiendo una triste realidad para las mujeres con el patetismo, las contradicciones jocosas y esa acepción de un orden divino y humano fundamentado en la falacia y en las apariencias. Algunas miradas y gestos de su protagonista superan en eficacia al propio guion, pulcro y asépticamente rotundo.
Guillermo Balbona comenta la actualidad cinematográfica y los estrenos de la semana
Sobre el autor
Bilbao (1962). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense. Ser periodista no es una profesión, sino una condición. Y siempre un oficio sobre lo cotidiano. Cambia el formato pero la perspectiva es la misma: contar historias.