Conviene llevar siempre en el bolso o en el bolsillo unas cuantas piezas de frutos secos: nueces, almendras, pistachos y avellanas, que son los más sanos por aquello de que reducen los niveles de colesterol y contienen omega 3. Son un buen remedio para combatir el ataque de hambre de las siete de la tarde, siempre metiendo en la boca pequeñas cantidades. No vale atiborrarse.
Pero se han fijado alguna vez en todos los usos de éstos frutos que se esconden en el interior de una cáscara dura. Todos ellos tienen un largo recorrido en la cocina, para elaboraciones tanto dulces como saladas.
Las nueces son bien ricas en crudo, pero hubo un postre en su época muy demandado. Nata, nueces y miel. Y en salado, ingrediente vital para los caracoles navideños.
Gracias a las almendras tenemos el mazapán, el turrón, la tarta de Santiago y hasta un licor que merece la pena probar. Buen acompañamiento en ensaladas y en algunas salsas para carne. Y ojo a los helados de almendra. Buenísimos. Como los de pistacho, que van muy bien en ensaladas. Las avellanas casan de maravilla con el chocolate y son la base del praliné, el turrón… Y muy apropiado con algunos quesos.
Muy de moda, ahora, todos ellos, para rebozados.