Labios de fresa sabor de amor, pulpa de la fruta de la pasión… Besarte es como comer naranjas en agosto y uvas en abril». Javier Ojeda, el solista de Danza Invisible, el grupo malagueño de la ‘Movida Madrileña’, le cantaba, seguramente una esbelta moza, esa erótica y mítica melodía. «Sabor de amor, todo me sabe a ti. Comerte sería un placer, porque nada me gusta más que tú. Boca de piñón, bésame con frenesí, besarte es como comer palomitas de maíz…» Y es que la gastronomía y la música maridan tan bien como el melón con jamón o los huevos con chorizo.
Y si Danza Invisible hablaba en su ‘Sabor de Amor’ de partes calificadas para mayores de 18 años, la familia Flores se limitaba a cantarle con un poco de picante a la gastronomía. Fue primero Lola la que le echó guindas al pavo unos años antes que Rosa Morena y unos después de Imperio Argentina. «Echalé guindas al pavo que yo le echaré a la pava. Azúcar, canela y clavo. Que yo le echaré a la pava azuquita, canela y clavo».
En 1992, Rosario, también se interesaba por la fruta y cantaba aquello de «Sabor, sabor, de rojo melocotón… Oh, sabor, sabor, a la canela en flor, a fresca hierbabuena sabes hoy». Y para no ser menos, en 2001, Lolita nos hacía mover el esqueleto como aquel «Sarandonga nos vamos a comer, sarandonga un arroz con bacalao. Sarandonga en lo alto del puerto, sarandonga que mañana es domingo». Canción, por cierto, que también había interpretado en su día La Faraona. Recuerdan al veraniego Georgie Dann entre el chiringuito y la barbacoa. El cantante y músico parisino ha compuestos tanto que en sus letras tampoco han faltado la comida y la bebida: «La cerveza que buena está, rubia o morena y eso que mas da».
Pero quizás ‘lo más’ sea esa genial obra de los Golden Apple Quarter que dice, entre otras cosas: «Solomillo asado con patatas fritas, sesos huecos, hígado, liebre, chateaubriand». Buen menú señor.