“Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, dice el estribillo de esa zarzuela titulada la Verbena de la Paloma, que se desarrolla en el Madrid más castizo del siglo XIX. La muletilla de este sainete lírico con letra de Ricardo de la Vega y música de Tomás Bretón, sigue teniendo la misma vigencia que el día que se estrenó la obra, el 17 de febrero de 1894, en el Teatro Apolo. Hoy las ciencias se encuentran flotando en internet, navegando en seco, sin brújula ni sextante. Sin la necesidad de saber nadar aunque con la precaución de guardar la ropa, que este instrumento de comunicación puede dejarle a uno tocado y hundido al mínimo descuido. Internet es el gran consultorio de todo y, con una cuota muy alta, en lo que a la gastronomía se refiere. Repasando algunas de las entrevistas publicadas en este suplemento, una gran mayoría de los cocineros de la región dice que parte de sus recetas, de sus sabrosas creaciones, las logra a través de este instrumento, y es qué ya no se ven libros en papel en las cocinas de nuestros restaurantes. Ejemplares de autores franceses, norteamericanos, vascos, pejinos…, casi siempre con sus páginas amarillentas y una inevitable capa de grasilla en la cubierta. Hoy, todas esas recetas se encuentran fácilmente en la red. Sí usted quiere hacer una tarta de queso, por poner un ejemplo, simplemente tiene que poner en google: tarta de queso recetas. Pues bien, antes de llegar a la última palabra ya aparecen en pantalla: ‘la receta definitiva con horno y sin horno’, ‘la mejor tarta de queso del mundo’ y ‘tarta de tres quesos, receta fácil’… y de ahí, hasta el infinito. Si le apasiona el tema y le gusta la buena cocina, puede, incluso encontrar la receta de la tarta de queso de Cañadío, que esa sí qué es la mejor, pero no del mundo, sino del universo. La receta se acerca bastante a la de Paco Quirós, pero, como siempre, algo le falta. Inténtelo, que las ciencias adelantan que es una barbaridad