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Javier Menéndez Llamazares

Llamazares en su tinta

Volumen brutal

Mi hijo y yo andamos algo tristones estos días, porque lo que más nos gusta del mundo, más que las rabas de magano y el primer día de vacaciones, es cantar en el coche con la música a todo volumen, y acabamos de enterarnos de que no sólo está prohibido, sino que si te pilla la poli haciendo el ganso te pueden caer hasta setecientos cincuenta euros de multa, por «perturbar por su volumen la tranquilidad del viandante». Y eso que no nos han escuchado cantar, que seguro que en nuestro caso nos duplican la receta, porque a mí me sale más gallos que al muchacho aquel de Eurovisión y a Enrique Iglesias juntos.

Pero lo hagamos mejor o peor, ¿qué mayor placer hay que desgañitarte con tu canción favorita, sobre todo si vas camino de un concierto? En nuestro caso, más vale que no nos cacen, porque además de pasarnos con el volumen, nos entran veleidades de instrumentistas. A mí me gusta aporrear una batería imaginaria, al ritmo de los Ramones, y mi hijo aspira a campeón mundial de ‘air guitar’, así que que en cuanto coloquen los radares anti melómanos, caemos seguro. No vamos a ganar para multas.

Que claro que entendemos que no puede ser, que hay que respetar un poco a los demás y no andar por ahí abrumando a la gente con la música a todo trapo, pero esperemos que en Tráfico tengan un poco de sensibilidad artística y sobre todo persigan a esos desalmados que te obligan a escuchar su reguetón o su pachanga por toda la avenida. Y, ya puestos, que se den un paseo por la playa y les quiten el radiocedé a los palizas esos que te hacen tragarte las canciones del verano aunque no quieras. O que pongan orden en las ferias, donde cada atracción tiene su megafonía más alta que la de al lado.

Pero, sobre todo, que se vengan a hacer una redada a Cuchía, porque mi vecino de al lado me está dando el verano. Resulta que al hombre le gusta escuchar la radio a todo volumen mientras trajina por su jardín. Cada tarde me tortura con su programa favorito, donde un indignado sin causa no deja de despotricar contra el mundo, excepto para intercalar publicidad, de la encubierta y de la otra. El problema es que su finca tendrá unos dos mil metros cuadrados, así que el tipo se ha agenciado un equipo de sonido con tanta potencia que, como te dejes la ventana abierta, parece que tuvieras al locutor encaramado al sofá de tu casa, dando voces sin piedad.

¿No habría manera de que le trincasen los municipales por contaminación acústica? ¿O por atentar contra la Convención de Ginebra? O que le regalen unos auriculares, que nos está dejando sin siesta en medio kilómetro a la redonda. Si por lo menos nos pusiera alguna de los Ramones…

Blog del escritor Javier Menéndez Llamazares en El Diario Montañés

Sobre el autor

Desde 2009 escribo en El Diario Montañés sobre literatura, música, cultura digital, el Racing y lo que me dejen... Además, he publicado novelas, libros de cuentos y artículos y un poemario, aparte de cientos de páginas en prensa y revistas. También me ocupé de Flic!, la Feria del Libro Independiente en Cantabria. www.jmll.es

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