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Javier Menéndez Llamazares

Llamazares en su tinta

Loquillo

Si Las Llamas ardieron –valga la redundancia– hace quince días, el concierto de Loquillo de la semana pasada en Escenario Santander a punto estuvo de extender el incendio por todo el parque, que más bien parecía un gigantesco aparcamiento, con más coches que un día de playa. Con llenazo antológico y el papel agotado, incluso algún que otro fiel del roquero barcelonés se quedó de oyente a las puertas del recinto. Dentro, después de soportar una cola con doble tirabuzón que casi daba la vuelta al parque, la legión de ‘creyentes’ presentaba un aspecto de lo más variopinto, con mucha más alopecia de lo habitual en estos actos, confirmando que el imán de esta ‘rock and roll star’ sigue funcionando a pesar de los años.

Y es que Loquillo, fuera con la chulería de sus inicios o con la ‘actitud’ de los últimos tiempos, mantiene ese magnetismo que, aunque en ocasiones repela, le ha granjeado una legión de seguidores, de modo que ni las modas ni la edad parecen capaces de terminar con su carrera. En una época en la que las viejas bandas se reúnen para improvisar giras alimenticias, con resultados más bien lamentables, al rocker catalán le resultaría imposible volver, sencillamente porque nunca se fue.

Cierto que para mantenerse le ha sido necesario reinventarse, pasando del punk-rock a una especie de cantautor eléctrico; lo explicaba a la perfección un novelista neoyorkino, Shane Jones, que contaba con mucha gracia cómo sus amigos músicos le miraron por encima del hombro hasta la treintena, y a partir de entonces todos aspiraban a convertirse en escritores. Loquillo, por su parte, no sólo ha firmado varios libros, entre la novela y la autobiografía, sino que ha logrado reconducir su personaje –si hemos de creer a Sabino Méndez y lo que maliciaba en ‘Corre, rocker, correr’– desde sus postulados de autenticidad roquera hacia el intelectual comprometido. Y todo, sin renunciar a las maneras callejeras ni a la chupa de cuero negro. Se puede estar más o menos de acuerdo con sus artículos de opinión y sus libros, pero alguien capaz de cantar a Antonio Gamoneda con guitarra, bajo y batería merece el mayor de los respetos, desde el mainstream a la independencia radical. Si además, se permite aprovechar los micrófonos para opinar de la actualidad con un tono de los más crítico –en directo modificó la letra de su gran éxito y su productor ahora dice «yo te haré rico, tú sólo has de cantar bien… si no te sube al 21% el señor Wert»–, empezaremos a entender los motivos de su éxito.

Si bien la respetabilidad se la ganó cuando, en pleno volcán del independentismo catalán, aprovechó la liturgia de las presentaciones para afirmar que su «banda de rock and roll español» venía «desde Barcelona… sumamos, no restamos». Y es que el rock sigue siendo una emoción rebelde y contestataria.

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Blog del escritor Javier Menéndez Llamazares en El Diario Montañés

Sobre el autor

Desde 2009 escribo en El Diario Montañés sobre literatura, música, cultura digital, el Racing y lo que me dejen... Además, he publicado novelas, libros de cuentos y artículos y un poemario, aparte de cientos de páginas en prensa y revistas. También me ocupé de Flic!, la Feria del Libro Independiente en Cantabria. www.jmll.es

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