La historia, como todas las ciencias, tiene algo de muñeca rusa; si, como asegura Manuel Arce, «el arte nace del arte», a poco que profundicemos en el trabajo de cualquier historiador acabaremos topándonos con la tradición en la que se apoya, la investigación de aquellos que podríamos considerar sus maestros.
Si el empeño de este historiador es, más que divulgar la historia, hacerla comprensible, para entender a Joseph Pérez resulta inevitable recurrir a Pierre Vilar, y su manera de entender la historiografía. ‘Historia total’, la llamaba, y entre otras novedades metodológicas aportó el estudio de la economía como fuerza subyacente a muchos fenómenos sociales. Pero su empeño, sobre todo, incidía es escribir una historia tan rigurosa como comprensible. Y cualquiera que haya sufrido los incomprensibles manuales universitarios sabe de la importancia de que un texto resulte inteligible.
Con respecto al rigor, hubo un tiempo en el que la historia de España, al menos la más objetiva, se escribía desde fuera. Un tiempo en el que los hispanistas eran franceses o ingleses, porque desde nuestro propio país se preferían anteponer intereses partidistas, en lugar de aplicar criterios científicos.
Por supuesto, esta situación no supone nada nuevo, ni algo exclusivo de la dictadura de posguerra; la utilización de la historia con fines políticos debe de resultar ancestral, pero los primeros casos evidentes en nuestro país se dan con los cronicones medievales, un ejemplo de cómo fabricar el pasado a medida del presente.
Que la historia la escriben los vencedores es un lugar común, pero también una triste realidad contra la que ha luchado Joseph Pérez durante toda su vida. Aunque su discurso haya incomodado a algunos. Lo hizo, por ejemplo, al defender que antes del año 711 resulta difícil hablar de España, pues es un concepto posterior.
Pero sobre todo lo hizo al desmontar la famosa ‘leyenda negra’ que ha acompañado a nuestro país desde que Guillermo de Orange descubriera que la intoxicación informativa era un arma de guerra tan eficaz como los arcabuces contra el imperio de Felipe II. Gracias a Joseph Pérez, pudimos quitarnos de encima muchos complejos que, como españoles, han acompañado a tantas generaciones.
Claro que la historia no sólo sirve para relatar el pasado, sino también para comprender el presente. Aunque sea para asombrarse, como declararía Joseph Pérez en 2014: «no acaba de entender la reivindicación de los catalanes»: «No veo discriminación en Cataluña. No se prohíbe la sardana ni ningún aspecto de su cultura. Si dejan de sentirse españoles y forman un Estado, esa respuesta la tienen los catalanes. Tendrán que decidir si quieren separarse de aquellos con los que han convivido desde la Edad Media».
Precisamente en estos días, con los planes de la CUP en marcha –ya han puesto fecha a la independencia de Cataluña–, la historia como Joseph Pérez quiere hacérnosla entender está más vigente que nunca.