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Javier Menéndez Llamazares

Llamazares en su tinta

El club de los cantantes muertos

 

Pues a mí Prince no me gustaba. Pero nada. Y me da igual todo lo que digan en la tele, los homenajes en las radios indies y el torrente de tinta en papel prensa: nunca me interesó su música. Ni un poquito. De hecho, creo que si en vez de la dulce y áspera Sinéad hubiera cantado él mismo su ‘Nothing compares to you’, también habría detestado esa canción.

La verdad, no sé si era un genio o no, si revolucionó la música de verdad o si más bien fue un filón económico para una industria acostumbrada a fabricar mitos, cada década más inconsistentes.

El que me ha dado pena es el otro músico que se nos ha ido, Manolo Tena. Seguro que el single con peor fortuna comercial de Prince vendió el triple que Tena en sus cuarenta años de carrera, pero no cambiaría ni toda la discografía del americano en mp3 por cualquiera de los vinilos de Alarma que tengo en mi estantería.

Muy lejos de la imagen que nos ha vendido en las últimas semanas la televisión, Manolo Tena fue el paradigma del fracaso. Hasta cuando tocó el éxito, lo hizo perdiendo: su mánager y su discográfica le estafaron, y los millones que debería haber ganado en royalties se los llevaron otros. A él sólo le quedaron las deudas. Las deudas y una adicción insuperable, la lacra de los primeros ochenta que acabó diezmando a toda una generación.

Aunque no fue esa su mayor derrota. Lo verdaderamente trágico fue que se pasara media vida haciendo el mejor rock en castellano que uno puede imaginar –los incrédulos pueden desempolvar esos viejos discos de Alarma, y quien no los tenga que me los pida–, sin lograr nada más que buenas críticas y muy poca repercusión real entre el público, y sin embargo triunfase con aquellas otras canciones en las que más bien parecen caricaturas de sí mismo. Un Tena domesticado, que escribía cosas tan populistas como «pasión gitana y sangre española cuando estoy contigo a solas», seguramente no se sentía demasiado a gusto consigo mismo. Por mucho que le llamaran poeta.

Y no es que sus grandes éxitos no sean buenas canciones, que tal vez lo sean; pero es que la versión comercial de sus años olímpicos –circa 1992, vamos– no es ni un pálido reflejo de aquellos demoledores himnos para minorías absolutas que fueron ‘Frío’, ‘Colgado de ti’ o ‘Preparado para el rock and roll’ –de ‘Todo por tu dinero’ mejor hoy no hablaremos–, que siguen manteniendo intacta toda la energía rompedora con que surgieron hace tres décadas.

Me da igual si fusiló a Springsteen y hasta que participara con la cara acartonada en programas ñoños de la tele. Una canción suya puede salvar una tarde; incluso salvarte la vida. Menos mal que ya no se morirá nunca más. Se dice que siempre se van los mejores, pero no es verdad. Se van todos. Los Princes y los Manolos Tena. Los buenos y los malos. Y hasta los regulares. Pero a algunos merece la pena recordarles para siempre.

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Blog del escritor Javier Menéndez Llamazares en El Diario Montañés

Sobre el autor

Desde 2009 escribo en El Diario Montañés sobre literatura, música, cultura digital, el Racing y lo que me dejen... Además, he publicado novelas, libros de cuentos y artículos y un poemario, aparte de cientos de páginas en prensa y revistas. También me ocupé de Flic!, la Feria del Libro Independiente en Cantabria. www.jmll.es

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