La junta de accionistas del domingo ha resultado trascendental por muchos motivos, pero desde luego que tal vez el menos importante ha resultado ser, como poco, memorable. Nos referimos, cómo no, a la expresividad del nuevo presidente, que se ha saltado todos los protocolos para manifestarse de tal forma que nadie pueda dudar ni de su postura ni de su determinación a la hora de defender al Racing: hay determinados personajes de la historia negra del club a los que, como asomen por las instalaciones, los va «sacar a hostias», ha dicho en castellano viejo.
Para empezar, seguramente ha sido un calentón, que alguien del temple y la inteligencia de Manuel Higuera no defenderá fuera del acaloramiento del momento. Vamos, que quiso decir que empleará toda la autoridad que su legítimo cargo le otorga para mantener a los enemigos del Racing lo más alejados posible. Otra cosa es que, por mucha flema que uno quiera echarle, después de cuatro años bregando para rescatar al club antes de que lo esquilmasen por completo, en cuanto a uno le mientan la bicha pues la sangre se le calienta. Lógico. Lo preocupante sería lo contrario, la indiferencia, el ‘ya veremos’ o el ‘estamos trabajando en ello’, mientras el edificio centenario se derrumbaba ladrillo a ladrillo.
Sin embargo, y a pesar de las palabras gruesas y las formas un tanto impetuosas, el mensaje que lanza no podía resultar más contundente; de sobra sabíamos ya que la afición, el racinguismo de a pie, está concienciado y dispuesto a movilizarse para salvar a su club. Lo que nos faltaba, en cambio, era constatar esa firmeza desde dentro, desde la cúpula de la propia institución. El aviso a navegantes de Higuera es un puñetazo sobre la mesa que viene a borrar de un plumazo cualquier resquicio de un pasado vergonzante, que ya nunca podrá repetirse. Por supuesto que a nadie se le va a propinar el menor golpe, ni se va a ir más allá de lo dialéctico, pero tampoco vamos a negar que esta nueva filosofía en el Racing conecta con el sentir de buena parte de los aficionados. Estaremos en la división que nos toque, y con todos los problemas del mundo, pero seguimos siendo el Racing. Un respeto.
Eso sí, la advertencia iba para Eugenio Botas, que a fin de cuentas no es más que un actor secundario. Ni pensar quiero que les reservaría, de pretender asomar por los Campos de Sport, a Harry, a Berdejo o al mismísimo Pernía. ¡Respira hondo, Manolo!