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Javier Menéndez Llamazares

Llamazares en su tinta

Comentarios envenenados

En plena era de la interactividad entre autores y lectores, cada vez son más los espacios digitales que han decidido limitar los comentarios a sus entradas, cuando no directamente suprimirlos. Apenas un lustro después de que se pusiera de moda, desde los más profesionales medios de comunicación hasta simples blogs han acabado por tirar la toalla, tras comprobar que la doble dirección, la ida y vuelta entre redactor y visitante no produce los resultados deseados, precisamente.

Tal vez fuera la euforia del momento –baste con recordar las ansias colectivas de expresión que desembocaron en el fenómeno 15-M–, o simplemente que al fin estaba disponible la tecnología necesaria, pero lo cierto es que, cuando se impusieron los comentarios en cualquier publicación de internet, se plantearon con la mayor de la libertades, como si restringir de alguna manera la capacidad de expresión de los internautas fuera un gravísimo atentado contra los derechos ciudadanos.

Claro que no siempre la buena voluntad da los mejores resultados; así, un sistema que pretende garantizar la libre expresión de los lectores, y que nadie se sienta perseguido por sus opiniones, casi desde el primer momento supuso un terreno abonado para los excesos de aquellos que, sin remilgos, se saben seguros en el anonimato.

Que toda actividad o personaje público tiene detractores era hasta la revolución digital una fundada sospecha, que en los últimos tiempos se ha convertido en toda una evidencia, de lo más molesta. De hecho, hasta los odiadores profesionales han dado pie a la figura del ‘hater’, ese crítico tan demoledor como caprichoso que todo famoso que se precie necesita; antes, bastaba con un club de fans, ahora en cambio si no tienes dos o tres energúmenos segándote la hierba bajo los pies, más vale que te los inventes, como parece que ha hecho el músico Francisco Nixon.

Y es que lo de poner a parir al prójimo siempre ha sido deporte nacional, pero antes lo practicábamos, por así decirlo, ‘indoor’, en los bares, y ahora ya lo hacemos en el cielo abierto de internet. Sobre todo, a través de foros y, cómo no, de comentarios en los medios. Que, sí, que tampoco pasa nada porque cada cual suelte un poco del veneno que lleva dentro, y que quien salta a la palestra debe de tener asumido que puede llevarse más de un palo, pero lo que no parece de recibo es que toda esa bilis se vierta desde el más impune anonimato. Y es que, en pleno siglo XXI, sigue vigente el ‘calumnia, que algo queda’, y cada día, hablemos de política, del Racing o hasta de literatura, todavía seguimos dando pábulo a gente que no se atreve a respaldar sus ‘opiniones’ con su nombre y apellidos. Y es que tecnológicamente seremos los primeros de la clase, pero en respeto suspendemos sin remedio.

 

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Blog del escritor Javier Menéndez Llamazares en El Diario Montañés

Sobre el autor

Desde 2009 escribo en El Diario Montañés sobre literatura, música, cultura digital, el Racing y lo que me dejen... Además, he publicado novelas, libros de cuentos y artículos y un poemario, aparte de cientos de páginas en prensa y revistas. También me ocupé de Flic!, la Feria del Libro Independiente en Cantabria. www.jmll.es

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