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Javier Menéndez Llamazares

Llamazares en su tinta

Torrellas

En este mundo de apariencias y asesores de imagen, si algo llamaba la atención en la vida cultural santanderina era la camiseta de Pessoa que le gustaba lucir a César Torrellas. Sobre todo, porque su sentido iba mucho más allá de la mera estética, y venía a simbolizar una manera singular de hacer política, muy alejada de lo habitual en casi todos los concejales del ramo.

Y es que si en la mayoría de los casos se diría que se aplica aquel dicho hiriente de ‘el que vale, vale, y el que no, para cultura’, la labor de Torrellas en las últimas legislatura al frente de la concejalía santanderina se ha caracterizado por una cercanía inusitada y, sobre todo, por una presencia constante y respetuosa que merece reconocimiento.

En estos años, su figura ha sido un clásico en lecturas de poesía, recitales líricos, conferencias, presentaciones de libros, inauguraciones de exposiciones y cualquier acto cultural que se realizase en la ciudad. Cierto que aún no cuenta con el don de la ubicuidad, y la explosión de actividades en esta década le hacía imposible estar en varios eventos a la vez, seguro que habrá quien asegure haberle visto en dos actos simultáneamente. De hecho, se podría decir que ninguna actividad cultural era un éxito si faltaba el concejal. Y eso que, últimamente, en ninguno ya se convida a los asistentes a un vino español.

Lo especial del caso, lo que otorga a la actitud de Torrellas un valor incalculable, es que cuando asistía a los actos lo hacía a título particular, y no como ‘munícipe’. Es decir, que no era de los que se colocan para la foto, o exigen un micrófono en la mesa de oradores porque han subvencionado el evento. Torrellas no. Él se colocaba detrás de sus lentes de intelectual y se aplicaba en prestar toda la atención posible, con su política de estar sin figurar, de apoyar sin mediatizar. Tanto, que para aquellos que lo desconocieran sería bastante difícil averiguar que ocupaba un cargo público. Impertérrito, incluso cuando la sesión se prolongaba o resultaba de todo menos amena –tampoco vamos a negar que, para los profanos, muchos saraos culturales pueden ser absolutamente soporíferos–, jamás se le escapó ni una mala palabra, sólo admiración por el talento y el trabajo ajeno.

Claro que lo que es una virtud para la vida cotidiana, la discreción y el respeto, en política parece resultar toda una rémora. A lo largo de casi dos décadas, Torrellas ha cultivado un estrecha relación con los creadores y la gente de la cultura, pero en cambio su carrera política se ha terminado sin una explicación convincente. A buen seguro que su sucesora logrará estar a la altura, pero lo cierto es que César Torrellas merecía mejor pago por sus desvelos.

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Blog del escritor Javier Menéndez Llamazares en El Diario Montañés

Sobre el autor

Desde 2009 escribo en El Diario Montañés sobre literatura, música, cultura digital, el Racing y lo que me dejen... Además, he publicado novelas, libros de cuentos y artículos y un poemario, aparte de cientos de páginas en prensa y revistas. También me ocupé de Flic!, la Feria del Libro Independiente en Cantabria. www.jmll.es

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