De entre todas las opciones posibles para celebrar el tercer aniversario de Discos Cucos, Ana Sinatra y su equipo eligieron a Francisco Nixon. Toda una declaración de intenciones que encontró una respuesta de público más que positiva, con la tienda desbordada de asistentes, que animaron la calle Santa Lucía durante toda la tarde del sábado. Y como aperitivo, una sesión especial a cargo de Javi Patrullero, que demostró sus dotes como investigador rastreando en entrevistas y artículos aquellas canciones que han marcado la formación musical de Nixon, y que sonaron mientras el músico y su acompañante al bajo, el productor Nahúm García, probaban sonido, con la sala ya completamente llena.
Improvisación y encanto a raudales serían, desde entonces, las notas dominantes de un concierto que, en realidad, era una fiesta, y como tal se lo tomaron músicos y público. Para empezar, empezaron con retraso, como los grupos de antes. Pero el inventor de los conciertos a domicilio necesita poco para meterse a quien quiera en el bolsillo, y bastaron una sonrisa y un par de acordes de su guitarra diminuta para que la entrega fuera absoluta. Con ese gesto lánguido, con la pinta del que pasaba por allí, Nixon iría desgranando canciones de sus discos en solitario y de La Costa Brava –ni mención a Australian Blonde, por cierto–.
Cuando el público le pidió ‘Nadia’, se puso bíblico: «Pedid y se os dará», dijo. Peor se lo tomó Nahúm: «Te acabas de cargar el ‘setlist’», protestó; cosas de productores, en fin. Pero Fran seguía a lo suyo, desgranando un cancionero que parece una obra literaria y que muchos seguían casi en trance, como si ‘Brackets’, ‘Treinta y tres’ o ‘Me casaré cuando me enamore’ fueran sus rezos de cabecera. Divinas palabras que aliñaba con guiños cómplices y alguna que otra puya, como al afirmar que «cantar ‘Adoro a las pijas de mi ciudad’ en Santander es como tocar country en Nashville». No faltó, tampoco, el recuerdo emocionado para Sergio Algora, mientras el avituallamiento llegaba ininterrumpidamente al escenario: «No me gusta el alcohol, lo que pasa es que tengo sed». Tras hora y media de nirvana, cerrarían con ‘Elígeme a mí’ y un bis interruptus –la letra se extravió en ‘Lo malo que nos pasa’ (es por salir de casa)–, que luego compensarían con ‘Hazte camarera’ y, sobre todo, con un bis personalizado para una fan de la primera fila.
La elección de Ana Sinatra no pudo resultar más acertada; me di cuenta cuando Tito, el fotógrafo, me dio un codazo y me dijo: «Ni se te ocurra decir nada de la afinación». Por supuesto que no: no se puede hacer más con menos. Fran Nixon merecería no una crítica, sino toda una novela.
'