Si alguien puede ejemplificar aquello de morir de éxito, ése es el supermán de Los Corrales. Y es que el éxito hoy en día ya no se mide en monedas, sino en retuiteos, en ‘me gusta’ del Facebook y, sobre todo, en visionados del youtube. La fama, la que mola de verdad, debe de ser ahora una cuestión biológica, porque todo consiste en que, hagas lo que hagas, se viralice, y se extienda cual gripe hasta llegar a toda la población, pasando de móvil a móvil hasta convertirse en el tema de moda durante un par días gloriosos, nada de los quince minutos que preconizaba el rácano de Warhol.
Y esta semana, ni Rubius ni Wismichu ni Nacho Vidal en Supervivientes: el que ha partido la pana ha sido ese bombero al que se le ocurrió amenizar el viaje por la A-67 convirtiéndose en un superhéroe que llega volando hasta un coche lanzado a toda velocidad y, poniéndose a su altura, golpea la ventanilla para preguntar por dónde se va a Los Corrales. Todo, claro, sin dobles y por fuera del coche. Una gansada, sí, pero de lo más cachonda.
La gracieta ha corrido como la pólvora, y después de colonizar todas la pantallas regionales, acabó saltando a la prensa nacional, lo que seguramente no estaba en los planes del improvisado Clark Kent, que más bien estaría pensando en divertir con su vacilada a los compañeros del curro, y si acaso a los cuatro amigos que siempre están dispuestos a partirse la caja.
El asunto del éxito, como el del humor, es sin embargo imprevisible. Vídeos como ese habrá muchos, pero a éste le sonó la flauta y cayó en gracia, arrasando en las redes sociales.
La lástima es que de todo hay en el mundo; para empezar, hay normas de circulación, por ejemplo. Y un montón de leyes que obedecer. Y, aún peor, existe gente empeñada en que se cumplan, y en perseguir a quien se las salte. Así que mucho me temo que el bombero va a salir más bien quemado de toda esta historia, porque tiene pinta de que el castigo será proporcional al ruido que ha hecho. Lo que se dice morir de éxito, vamos.
Que no es que no tengan razón, claro… ¿A quién se le ocurre hacer esa locura a cara descubierta, y encima gratis? El pobre bombero tampoco es que hiciera daño a nadie, pero es verdad que cometió una imprudencia, y que no se deben permitir ciertas cosas. Eso sí, ¿quién de los que vimos el Gran Héroe Americano no ha soñado con encontrarse el traje de Ralf Hinckley?
Así que esperemos que, como mucho, al superhéroe le quiten un par de puntos por exceso de velocidad o, si acaso, le restrinjan la licencia de vuelo, pero que no se pongan demasiado estrictos porque –unas cosas por otras– la publicidad que le ha hecho a Los Corrales no van a poder pagársela.