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Javier Menéndez Llamazares

Llamazares en su tinta

El síndrome Iznogud

La fama se la ha llevado toda Astérix, pero donde realmente lo clavó Reneé Goscinny, que para algo era un genio, fue con Iznogud, el malicioso visir que reconoce sin ambages que quiere «ser califa en lugar del califa». Y es que, por mucho que tenga de caricatura, así es en ocasiones la naturaleza humana, empeñada en conseguir lo que el prójimo tiene, o creemos que tiene, y tanto nos gustaría tener a nosotros.

La grandeza de Goscinny radicó en demostrarnos que, por mucho que uno tiende a pensar que la envidia y las maniobras maquiavélicas son males inherentes al pequeño círculo en que uno se mueve, el mundo fuera no es más grande ni menos insolidario, sino que sigue lleno de gente que se pasa la vida jugando al entretenido deporte de moverle la silla al vecino para ver si se pueden sentar ellos.

Más bien al contrario, con Iznogud comprobamos que la envidia trasciende el provincianismo, y más bien debe tener que ver con la condición humana, y sobre todo con la de ciertos individuos de ambición desmesurada y un sentido del autoanálisis –aquello de la paja en el ojo– bastante menos desarrollado.

Cuando las más aceradas censuras recaen sobre, por ejemplo, Del Bosque, porque «lo ha hecho fatal», no hace falta expresarlo, pero la frase concluye en la mente de quien la pronuncia con un «con lo bien que lo habría hecho yo». Cuando la chica más rompedora de la clase se echa novio, enseguida alguien comenta: «¿Pero cómo puede salir con ese?», y se sobreentiende el »estando yo aquí», que es lo que realmente da sentido a su frase, pero se omite por vergüenza torera. Algo así ocurre en todos los órdenes de la vida, con gente que se corroe pensando en el coche del vecino, en su agenda de contactos o en su

Lo mismo, o aún peor, sucede por ejemplo entre los escritores –o los que se autotitulan como tal, que de todo hay en este mundillo–, que muy a menudo nada tienen que ver con esas poses románticas que venden, sino que se pasan el día mirando de reojo dónde escribe la competencia y si tiene más o menos éxito que uno.

Podemos darle muchas vueltas dialécticas al asunto, pero en el fondo de la crítica interesada suele esconderse el viejo ‘quítate tú para ponerme yo’, que tanto marca la filosofía secreta de algunos.

Claro que de poco sirve tanta necia conjura, que en el fondo sólo genera una profunda insatisfacción, porque igual da lo alto que llegues: siempre habrá alguien más arriba, al que el ‘iznogud’ de turno querrá derribar a toda costa, para lograr ser califa en lugar del califa.

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Blog del escritor Javier Menéndez Llamazares en El Diario Montañés

Sobre el autor

Desde 2009 escribo en El Diario Montañés sobre literatura, música, cultura digital, el Racing y lo que me dejen... Además, he publicado novelas, libros de cuentos y artículos y un poemario, aparte de cientos de páginas en prensa y revistas. También me ocupé de Flic!, la Feria del Libro Independiente en Cantabria. www.jmll.es

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