A la izquierda de la boca norte del túnel de El Majoral, se instalará la estación inferior del teleférico. T. C.
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El proyecto del Mirador del Pas puede ser la semilla para resucitar el pasadizo que une Burgos con Cantabria
La Engaña, con su trazado y sus poblados ferroviarios, agoniza desde hace 53 años sin que cuaje ningún plan
El túnel de La Engaña y las estaciones y poblados construidos junto a sus dos bocas agonizan desde hace 53 años. La galería ferroviaria que tardó veinte años en terminarse y bajo cuya bóveda no llegaron a tenderse las vías se ha convertido en un pasadizo fantasma que atraviesa los siete kilómetros de cordillera que separan Burgos de Cantabria. En la más absoluta oscuridad, derrumbes y fugas de agua carcomen el conducto, atorado a dos kilómetros y medio de la entrada sur por un desplome que arrojó una montaña de roca y cemento de más de seis metros de altura. Descartada hace lustros su recuperación para el paso del ferrocarril, se han sucedido los proyectos para insuflar vida a esta heroica obra impregnada de historia y de leyenda. Todos los planes han languidecido en los cajones. Por fin uno ve la luz desde la vertiente cántabra de la divisoria, aunque por ahora solo existe sobre el papel, el de los boletines oficiales de Cantabria y de la Unión Europea. Es el teleférico de Vega de Pas.
Vista aérea de parte del tramo que se convertirá en vial para vehículos, entre los túneles de El Empeñadiro y El Morro. T. C.
Los hechos dirán si la telecabina bautizada como Mirador del Pas llega a ser la fuerza tractora que acabe por resucitar el túnel de La Engaña, aunque por ahora el conducto queda totalmente al margen del proyecto. El teleférico solo conlleva el aprovechamiento de 2,5 kilómetros del trazado ferroviario, los que discurren entre los dos aparcamientos que se construirán, uno junto a la estación de Yera y otro en la explanada próxima a la boca norte del túnel de El Majoral. Ni este túnel corto ni el de La Engaña entran en los planes. Bajo los otros tres del trazado, que se encuentran en buen estado, pasará una carretera para el tránsito de vehículos entre los dos estacionamientos, que sumarán 300 plazas. Al margen de la caja de la vía, se acondicionará una senda para peatones y ciclistas que bordeará los túneles. Este camino ya existe, pero la vegetación lo ha desdibujado en varios puntos.
El Gobierno de Cantabria es el promotor del Mirador del Pas, pero su materialización dependerá por completo de la iniciativa privada. La empresa que resulte adjudicataria se encargará de construirlo y de explotarlo durante 42 años. El presupuesto inicial del proyecto, que acaba de salir a licitación y tiene un plazo de ejecución de 16 meses, es de 14,9 millones de euros (IVA incluido). El Ejecutivo regional percibirá un canon anual de alrededor de 200.000 euros y el Ayuntamiento de Vega de Pas, de 18.000. La sociedad mixta Cantur estima que, en el primer año de funcionamiento, el teleférico atraerá a 194.894 visitantes y que generará 152 puestos de trabajo.
La cicatriz del ferrocarril
El lugar elegido para instalar la estación base del teleférico pertenece a un tramo de 17,8 kilómetros del fallido ferrocarril Santander-Mediterráneo que se extiende entre el municipio burgalés de Santelices, en la Merindad de Valdeporres, y el valle cántabro de Yera, en Vega de Pas. El kilómetro cero de la línea estaba en Calatayud, donde enlazaba con la del Central de Aragón, que, abierta en 1902, llegaba hasta allí desde el puerto valenciano de Sagunto. En 1931 entraron en servicio los casi 367 kilómetros de vía construidos entre la ciudad zaragozana y el pueblecito burgalés de Dosante, donde el tendido ferroviario quedó inconcluso en tanto se daba con una solución técnica aceptable para salvar la divisoria cantábrica. Al final se optó por el túnel de La Engaña.
En 1941 se retomaron las obras del Santander-Mediterráneo y, en Santelices, dos kilómetros antes de llegar a Dosante, se inició el empalme que debía llevar el tren a la capital cántabra. Faltaban por construir 67,5 kilómetros. El proyecto fue suspendido en 1959 por la dictadura de Franco, aunque los trabajos en el trazado de La Engaña se prolongaron hasta 1961. El 1 de enero de 1985, el gobierno socialista clausuró la línea que había funcionado hasta Dosante durante medio siglo y en 2003 comenzó a desmantelarse la vía.
Los seis kilómetros de explanación ferroviaria que median entre el viaducto de Santelices y la boca sur del túnel se han transformado en una vía verde para peatones y bicicletas, pero el mantenimiento brilla por su ausencia. En el trazado cántabro, al otro lado de la galería, no se ha hecho nada hasta ahora, pero ese trecho cambiará con la llegada de la telecabina.
Paisaje junto a la caja de la vía en el tramo que será recuperado para acceder al teleférico del Pas. T. C.
La estación inferior del Mirador del Pas estará en un lugar de singular atractivo y apartado de la población. Dista seis kilómetros de Vega de Pas y trece de Pedrosa de Valdeporres en línea recta, si se pudiera atravesar el túnel. El tramo Santelices-Yera del Santander-Mediterráneo implicó la perforación de cuatro túneles: La Engaña (6.976 metros), El Majoral (285), El Empeñadiro (130 metros), El Morro (263 metros) y El Morrito (43 metros). Además, comprende tres estaciones, la de Santelices/Pedrosa, la de La Engaña y la de Yera, y obligó a levantar un poblado a cada lado de la galería principal para alojar al personal de la obra; a construir el viaducto de Santelices, pasos elevados e inferiores y muros de contención, y a encauzar los ríos Engaña y Yera. Todo quedó abandonado a partir de 1961. Algunas de las edificaciones se han desvanecido en el tiempo y las más nobles resisten a duras penas en estado de ruina.
Desplome en el punto kilométrico 2.500 del túnel de La Engaña, desde la boca sur, en Valdeporres (Burgos). T. C.
Sufrimiento y misterio
El túnel de La Engaña, con su halo de sufrimiento y misterio, constituye por sí mismo un foco de atracción turística, con un gran potencial de explotación. Raro es el día en que no hay coches de excursionistas o de curiosos aparcados a ambos lados de este pasadizo fantasma. La horadación de la, durante muchos años, galería ferroviaria más larga de España fue una auténtica gesta lograda con medios muy precarios entre 1942 y 1959. Hasta 1945, los trabajos más ingratos recayeron sobre presos republicanos de la dictadura franquista.
Durante la perforación, murieron más de 16 obreros aplastados por lisos que se desprendían del techo o víctimas de la explosión de las pegas de dinamita. Cientos de trabajadores contrajeron la silicosis, enfermedad de la que perecieron muchos de ellos. Las condiciones laborales eran penosas, con turnos de doce horas en los que había que soportar un ruido infernal, un ambiente asfixiante y una humedad perniciosa. Y todo para que el tren nunca atravesara la montaña que costó tantas vidas.
La estación base del teleférico se levantará junto a la boca norte de El Majoral y, además del embarque y del dispensario de tiques, dispondrá de tienda y de cafetería. La telecabina recorrerá un trayecto de 2.317 metros en el que salvará un desnivel de 424 metros en un tiempo de entre siete y diez minutos. Subirá por la cara oeste del pico de Las Brenas, hasta coronarlo, y desde la cima emprenderá un ‘vuelo’ sobre el Valle de Yera, a 300 metros sobre el suelo, hasta el alto del Muro de Peñallana. En esta cumbre, situada a 1.030 metros de altitud, habrá un mirador abierto al emblemático Castro Valnera, cuya cima, a 1.718 metros, es la más alta de la Cordillera Cantábrica oriental. Sus cortantes de roca podrán contemplarse desde la estación terminal de Peñallana, que también tendrá tienda y bar.
Además de las estaciones se salida y llegada, el teleférico precisará de una o dos torres intermedias, según se establezca en el diseño definitivo. Cada una de las dos cabinas, la de ida y la de vuelta, tendrá capacidad para 40 viajeros. El proyecto del Mirador del Pas incorpora la mejora de la carretera CA-631 (la que lleva a Vega de Pas a través del puerto de Estacas de Trueba), ya que por ella se llega al desvío que conduce a la estación de Yera, un vial secundario, de un kilómetro de longitud, que también será arreglado para el acceso de vehículos.
Antiguos barracones para los trabajadores del túnel, en Yera, en una estampa de finales de otoño. T. C.
A la derecha de la boca norte de El Majoral, cerca de donde estará la estación base, se levanta el bloque de barracones-hospedería que albergó a los trabajadores de la obra ferroviaria. La fachada más visible de esta construcción es un feo paredón de cemento, pero el interior tiene encanto, con sus pasillos abovedados y su gran salón con arcos y chimenea. Los ventanales de las antiguas habitaciones se abren a unas vistas privilegiadas de los pastos pasiegos de montaña, las típicas parcelas verdes y lisas que trepan por las laderas hasta los lindes del bosque, cada una delimitada por su murete de lajas y con su cabaña de paredes de piedra y tejado de pizarra. Aunque este edificio no está incluido en el contrato del teleférico, el alcalde de Vega de Pas, Juan Carlos García Diego, del PP, confía en verlo convertido a no muy largo plazo “en un hotel con restaurante y cafetería”, una vez embellecida su fisonomía sin que pierda su esencia histórica.
Edificio de viajeros de la estación de Yera del ferrocarril Santander-Mediterráneo, visto desde la CA-631. T. C.
¿Cuento de la lechera?
Los edificios de viajeros de las estaciones del Santander-Mediterráneo en el frustrado tramo en el que el tren entraba en Cantabria eran diferentes a los del resto de la línea entre Calatayud y Cidad/Dosante. Muy amplios y de planta rectangular, tenían dos pisos y buhardilla, recercado de piedra en puertas, ventanas y esquinas, y tejado de pizarra. Todos se mantienen en pie, pese al deterioro. Sólo el de Pedrosa ha sido remozado y se encuentra en uso como sede y albergue del Grupo Espeleológico Merindades. Aunque las estaciones del teleférico incluirán tienda y cafetería, el alcalde de Vega de Pas espera que el edificio de pasajeros de Yera vuelva a la vida para acoger un espacio dedicado a recordar la historia del túnel, una tienda y un restaurante e incluso un albergue. Y los cercanos chalés en los que residían los ingenieros de la obra del ferrocarril y donde se instaló una clínica podrían transformarse en alojamientos turísticos.
Pero el rescate del edificio de barracones, de la terminal de viajeros o de los adosados de los jefes de obra no son hoy otra cosa que párrafos del cuento de la lechera, como lo es la apertura del túnel de La Engaña o que, en una fase posterior, la telecabina sí llegue hasta Castro Valnera, como se pensó en el proyecto inicial, cuya rectificación ha sido muy criticada por la oposición política. García Diego apuesta por que todos esos anhelos acaben por ser una realidad. Confía en que el tirón del teleférico arrastre a Burgos y compense arreglar el túnel en beneficio de ambas regiones.
Ya ha habido contactos entre los Ayuntamientos de Valdeporres y de Vega de Pas y se han encargado catas de ingeniería para conocer el estado del viejo conducto ferroviario. La idea inicial es restaurar el túnel para el paso de senderistas, de bicicletas y de trenes eléctricos, y facilitar el flujo de visitantes en ambas direcciones. Desde Pedrosa, además de la vía verde para peatones, una carretera de 6 kilómetros llega hasta la misma boca sur. El Consistorio burgalés, que mantiene alegres sus arcas gracias al canon que cobra por ceder suelo para la instalación de aerogeneradores, sopesó montar un parque de ocio y aventura en La Engaña, donde se conservan construcciones rehabilitables para usos turísticos, desde el edificio de viajeros y el de mercancías o la ermita-escuela, hasta la antigua hospedería para el personal, de hechura más amable que la de Yera. Pero finalmente ha decidido desarrollar su proyecto en otro enclave. Si ha de ser un teleférico la chispa para que el túnel renazca, aunque convertido en algo distinto, el tiempo lo dirá. Hoy sigue herido y agónico y ya no espera al tren.