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El follaje de los árboles y arbustos que flanquean la malograda línea del Santander-Mediterráneo entre Cantabria y Burgos ha mudado del verde al ocre, cobrizo, amarillo, grana… y ha transformado esta senda en un radiante espectáculo. La antigua caja de la vía y las estaciones abandonadas se iluminan con el colorido tránsito de octubre a noviembre, en uno de los otoños más benignos y cálidos de los últimos años. (1 de noviembre de 2011)