Redención (Southpaw)
EE UU. 2015. 124 m. (12). Drama.
Director: Antoine Fuqua.
Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Forest Whitaker, Rachel McAdams, Oona Laurence, Victor Ortiz y Naomie Harris.er.
Salas: Cinesa y Peñacastillo
T odo en ‘Southpaw’ (posición del púgil zurdo) es una cuenta atrás hasta el KO por agotamiento y la acumulación de aire cansino. El boxeo como metáfora de la vida ha proporcionado grandes miradas desde el cine. El cuadrilátero como territorio simbólico; la lucha, la caída y la resurrección como materiales redentores; el intercambio de golpes como precio sucio de una realidad ante la que nunca hay que bajar la guardia… Quizás ‘Million dollar baby’ de Eastwood, una balada hermosa, transparente y emotiva, constituyó la última gran obra enmarcada sobre la lona del mundo. Al cineasta de ‘Training day’, Antoine Fuqua, que se atrevió recientemente a destrozar ‘Los siete magníficos’, no parece interesarle demasiado la rima entre la vida y el púgil, sino la fisicidad, el ejercicio de la cámara adherida a los personajes, la trampa emocional, el amarillismo y la manipulación sentimental y, por supuesto, una exaltación de la violencia que está en el ADN de muchas de sus películas. Urbano, callejero, de barrio, busca en ‘Redención’ un thriller donde no lo hay y exprime situaciones como la paternidad, la soledad, la individualidad contra el sistema, o la propia violencia, con arrebatos de visceralidad y trampas efectistas, no vaya a ser que alguien se ponga a pensar. Incluso le sale el tiro por la culata, o mejor, el puño por el guante, y sin querer deja un poso de elocuencia en esa escena en la que el padre le dice a su hija que no puede dejarla ver los combates por su dureza, y la niña le responde que ella ve siempre con su amiga ‘The walking dead’. De igual modo el director de ‘El tirador’ se muestra solemne y grave, insulsamente barroco, para revelarnos una esencia de lo violento que todos tenemos asumida y que el cineasta resuelve con su acostumbrado travelling de visceralidad. Jake Gyllenhaal, un gran actor, se deja arrastrar por ese barniz falsamente esteticista y su interpretación entregada se torna tan física que apenas vemos al hombre que hay bajo esos 18 kilos de músculo que necesitó ganar para dar vida al boxeador. Bien rodada, estrenada con dos años de retraso (viva los caprichos de la distribución) ‘Redención’ no aporta y sí suma bucles de un trayecto que empieza en ‘Rocky’, prosigue en ‘Toro salvaje’ y se detiene en ‘Campeón’ (no por orden cronológico), entre estereotipos, tópicos e imágenes de un álbum de boxeo. Cuando la acción, arriba o abajo del cuadrilátero, envuelve al protagonista es cuando Fuqua se siente más cómodo y certifica que es ese su territorio. Por contra cuando el melodrama lacrímogeno toma el mando con sus golpes bajos, muy bajos, camina hacia el naufragio con su rizo tormentoso que no acaba de cuajar. El filme, siempre sumido en el exceso, parece un campo de entrenamiento de la película que pudo ser. Cuando llega la hora del gancho, de otorgar vida a los cuerpos, solo cabe el impacto, el sudor y las gotas de sangre. El espectador noqueado pide la toalla y solo encuentra un grito de ánimo –redentor por supuesto–, para seguir acompañando en su autodestrucción de manual a esta ceremonia en torno a un combate muy disputado y con muy poca vida.