XXX: Reactivado
EE UU. 2017. 107 m. (12). Acción.
Director: D.J. Caruso.
Intérpretes: Vin Diesel, Deepika Padukone, Donnie Yen, Samuel L. Jackson, Nina Dobrev, Ice Cube.
Salas: Cinesa y Peñacastillo
Es probablemente uno de los estereotipos más prefabricados del último cine. La fórmula es tan sencilla y primaria como vulgar, pero no hay gato por liebre. Fanfarrón, tatuado hasta las cejas, ejerce junto a unos cuantos colegas de Robin Hood de la globalización. ‘xXx reactivado’, como un yogur caducado, funde satélites asesinos, músculos menos en el cerebro, anatomía femenina expuesta con generosidad, gente guapa, pijos metidos a espías y acción de videojuego pasada por la licuadora de las leyes de la animación. Como si el Coyote y ‘Arizona baby’ hubiesen sido los invitados de lujo de un alocado ‘Fast and Furious’. El epicentro de este juguete es Vin Diesel, quien de la mano del también actor D.J. Caruso, director de ‘Disturbia’, ha decidido meter a su personaje y franquicia en un juego paródico con todo el combustible incendiario posible. La trama, si es que cabe hablar aquí con cierta rigurosidad de canon, se desenvuelve entre saltos, acrobacia y piruetas imposibles, chutes de adrenalina descontrolada y frases de supuesto ADN irónico que lanzan dardos sobre la frontera difusa entre buenos y malos. La hipervigilancia, la información es poder, la tecnología sofisticada y unos cuantos tontorrones metidos a inteligentes hacen el resto. Pero la acción, entendida como un continuo truco de extravagancias y situaciones límite de reality televisivo, es la reina de la función y la verdadera marca de la casa. La pseudodiversión que desprende nace de valorar hasta qué límite es capaz Diesel de exprimir a su personaje para desafiar a ese ridículo armario que encarna como un Anacleto, agente secreto de sí mismo. Este Triple X macarra, chulesco y extremo, se mueve entre diálogos y todo es tan extremo e incoherente que es imposible que no regrese otro año con idénticas ínfulas y más barroco en su vacío efectista. El reactivado calvito se dedica a construir una cinta que pasa por artesanal pero que está forrada de pasta y de impostura. El director de ‘La conspiración del pánico’ se pone al servicio de su majestad golpe bajo y lengua suelta, y el filme toma el rumbo disparatado y el ritmo delirante de un James Bond friki y tuneado. En esta noria y montaña rusa de persecuciones y paradas para tomar un refresco en alguna fiesta, entre ibicenca y caribeña, la ‘peli’ se permite incluir desde un doble cameo del futbolista Neymar hasta una ruleta rusa con granadas, que es algo así como si los protagonista de ‘El cazador’ hubiesen entrado en un casino de la Costa Azul. Viril fantasmada que juega a vigilar a los vigilantes desde el cielo de la vulgaridad, en una ruidosa sucesión de enemigos invisibles que juegan a destruir el mundo. Y, mientras, la cinta pone en marcha la cuenta atrás de una explosión de espectáculo adquirido en una tienda de artículos de broma. En serio.