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Guillermo Balbona

Fuera de campo

Fe en la contemplación

Silencio

2016 159 min. Coproducción.

Director: Martin Scorsese.

Fotografía: Rodrigo Prieto

Reparto: Andrew Garfield, Adam Driver, Liam Neeson, Ciarán Hinds, Issei Ogata, Shin’ya Tsukamoto, Ryô Kase, Sabu.

Género: Drama. Salas: Cinesa y Peñacastillo

Hay mucho sermón tras la contemplación y una agotadora sensación de que fe y belleza, oración y sufrimiento, silencio y distanciamiento dramático no acaban nunca de cuajar. Entre cavilaciones y miradas desde el fondo de una gruta, lo físico y la metafísica colisionan en este filme hermoso muchas veces, excesivamente frío y distante casi siempre que, paradójicamente, destila sus momentos más místicos en el cautiverio y en la tortura más que en los pasajes que potencian la dialéctica piadosa o en la búsqueda y la llamada de Dios. Martin Scorsese, tras la brutal e implacable demostración de estilo que dejó, como un reguero de cine explosivo, en ‘El lobo de Wal Street’ y entre idas y venidas por incursiones televisivas y documentales, ha desempolvado un proyecto muy personal e íntimo, entre la vocación y la devoción, lo piadoso y lo inquieto. ‘Silencio’ tiene un halo de pureza tan discutible como atractivo pero en contra de lo que pudiera parecer, en el agnosticismo y el laicismo, en la espiritualidad artística y humana de Bergman cabe más oración y profunda trascendentalidad que en muchos pasajes de ‘Silencio’. En ‘Como en un espejo’ había más hondura que en este rezo contemplativo del martirio al que asistimos de la mano del director ‘La última tentación de Cristo’. Incluso si la redención es el ADN del cine de Scorsese, en la mayor parte de su cine más físico hay una traslación emocional y potencial más intensa de la fe en lo humano. En Jack la Motta, el boxeador de ‘Toro salvaje’, se transparenta mejor el valor de una fe pura que en este retrato de los jesuitas portugueses que viajan a Japón en busca de un misionero. Adaptación de la novela de Shusaku Endo, Scorsese se atreve con un viaje interminable al fondo de la fe donde desesperación, reflexión e incomprensión visualizan más sentimiento y pasión que en los arrebatos de este drama religioso exento de intensidad dramática, lastrado por algunas equivocaciones de reparto. Cuando este cineasta inmenso parece preguntarse por las posibilidades del cine, sus imágenes adquieren más verdad que en los interrogantes de su épica espiritual. Por momentos el personaje de Liam Neeson asoma como un trasunto del coronel Kurtz de Conrad y Coppola. Al cabo todo es apocalípticamente humano. Belleza y fe en comunión y en colisión. El sufrimiento que conlleva la duda y el silencio de Dios que genera sufrimiento, la apostasía y el martirio, la crueldad y la intolerancia, asoman en esta obra quizás demasiado propensa a adoptar un tono ceremonial que desciende con frecuencia a lo reiterativo. Todo es inevitablemente solemne y cargado de grandeza. Pulcra, austera, ambiciosa, sin concesiones, posee latidos de los grandes cineastas nipones que suenan entre los pliegues evangélicos de un cine que nunca, sin embargo, deja que el tacto de la mirada se adentre en la llaga de la resistencia: de la fe en el cine y de un cine sobre la fe.

Guillermo Balbona comenta la actualidad cinematográfica y los estrenos de la semana

Sobre el autor

Bilbao (1962). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense. Ser periodista no es una profesión, sino una condición. Y siempre un oficio sobre lo cotidiano. Cambia el formato pero la perspectiva es la misma: contar historias.


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