El extraño amor de Martha Ivers
1946 116 min. Estados Unidos
Director: Lewis Milestone.
Música: Miklós Rózsa.
Fotografía: Victor Milner Reparto: Barbara Stanwyck, Van Heflin, Lizabeth Scott, Kirk Douglas, Judith Anderson, Roman Bohnen, Darryl Hickman.
Género: Cine negro. Drama | Sala: Bonifaz. Filmoteca de Cantabria. Esta semana
El siempre eficaz Lewis Millestone, cineasta de ‘Rebelión a bordo’, construyó con destreza y personalidad un filme fronterizo, mucho tiempo inédito en España, entre el melodrama, lo negro, la intriga y un perturbador retrato social. Los cambios vitales, el drama generado por la erosión del tiempo, la confrontación de caracteres tiene su raíz lúcida en el guión de Robert Rossen. La excelente, y a veces olvidada, Barbara Stanwyck desgarra la pantalla con su presencia en un papel que apela al pasado como buena parte de la atmósfera acertada de ‘El extraño amor de Martha Ivers’, donde se conjugan con extraña naturalidad la intriga criminal, el clima malsano y el peso iconográfico del cine negro. El cineasta de ‘La cima de los héroes’, evocado por sus alegatos antibelicistas, como fichas de dominó dibuja un itinerario encadenado con vistas al pasado donde afloran con ritmo y precisión los fantasmas, las deudas y los miedos. Una sucesión de elementos de intriga que alimentan la trama y engranaje que seduce por su gradual incursión en el epicentro de los personajes. El debut de Kirk Douglas añade atractivo a esta revisión de un filme reivindicado en un ciclo reciente del Ateneo sobre la cara B del cine negro. El manejo de la tensión dramática, la combinación de recuerdos, sospechas y ambición es como un magma que se extiende desmayado sobre los personajes y sus sombras con el subrayado de grandes interpretaciones de Heflin y Lizabeth Scott como falsos secundarios. Entre maquinaciones y zonas osuras discurre este mecano perverso sobre la amistad, las traiciones, la codica y el poder todo ello retorcido por un golpe de fatalismo, de ‘cul de sac’ al que los personajes llegan asfixiados por el mal y las posibilidades de la inmoralidad. El azar y el estigma del pasado se aúnan en torno a unas vidas que se presentan atractivas por la solidez de los perfiles, y el manejo demostrado por el director para cambiar puntos de vista y cruzar de la lado a lado la orientación de lo previsible del argumento. El mosaico marcado por la culpa, el dolor y el desamor se recompone sobre el muro de la memoria que el filme muestra de forma implacable, sin concesiones. Pesimismo y desesperación juegan sus bazas para tatuar la palabra remordimiento en unos seres inmersos en un caudal tormentoso de vanidad y vértigo moral. En ese microcosmos de temores y lazos oscuros destaca la mano del director de ‘Los que se arriesgan’ y ‘Sin novedad en el frente’ para mantener en la cuerda floja a unas criaturas que reptan entre una cadena de disturbios y un tramo final impulsivo y pasional.