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Guillermo Balbona

Fuera de campo

Enrocada y en tablas

El caso fischer

EE UU. 2015. 114 m. (7). Drama.

Director: Edward Zwick.

Intérpretes: Tobey Maguire, Peter Sarsgaard, Liev Schreiber, Lily Rabe, Michael Stuhlbarg. 

Salas: Peñacastillo


Enrocada en su necesidad de escapar del biopic al uso, ‘El caso Fischer’ nunca logra salir de las casillas y queda varada en los excesos absorbentes de Tobey Maguire y la superficialidad gestual. Hay mucha pose y estrategia y escasa profundidad en esta mirada que duda si quedarse en la personalidad del ajedrecista genial o enmarcar las claves de una época a la que fija a través de detalles.  Edward Zwick ha poblado su carrera de historias épicas, unas veces anodinas, otras cargadas de grandilocuencia y retórica, de ‘Estado de sitio’ a ‘El último samurái’, pasando en el otro extremo por  la notable ‘Leyendas de pasión’. Aquí se torna intimista y sitúa la vida en un tablero de ajedrez, quizás uno de los espacios más simbólicos y territorios más metafóricos de la existencia. Lo cierto es que su incursión en la trascendente batalla entre dos ajedrecistas, uno imbatible, el otro imprevisible, como reflejos de la Guerra Fría, muestra mas consistencia en los detalles que en el resultado.  ‘El caso Fischer’ es reiterativa, posee un bache central que certifica esos pasos en falso de su director cuando titubea entre los fantasmas del retratado y los fantasmas de la historia. Todo es tan convencional como eficaz pero el cineasta de ‘Diamante de sangre’ nunca logra el jaque mate sobre un perfil desmayado entre  la genialidad y la enfermedad mortal. El miedo a ganar, el vértigo de la inteligencia, el sello de la diferencia, el miedo al otro, el peso del pasado son factores que habitan en la historia pequeña enrocada en la Historia grande. El sistema y el hombre en un pulso de reina, caballo rey con escaso margen para improvisar, crea una coreografía del drama, más allá de las leyes sobre lo biográfico, por lo que la precisión aparente se antoja una inane introspección de una personalidad única. El director de ‘Tiempos de gloria’ se queda en el centro de la partida sin saber dónde empieza el hombre y dónde el jugador. Los arrebatos de aparente locura, las obsesiones, el juego de la historia se deslizan, asoman resbaladizos, y el desequilibrio domina la escena porque todo está encajado entre el torneo y el drama psiquiátrico. Maguire y Liev Schreiber no acaban de combinar bien en el filme de Zwick que muestra, aunque nunca con hondura, la utilización política que hizo el Gobierno de Richard Nixon, con Henry Kissinger al fondo, y Vietnam como telón negro, de Fischer como distracción patriótica. Zwick, menos clasicón que en otras ocasiones, busca las texturas documentales y los toques de crónica con matices muy lúcidos. Lástima que las raíces familiares y la clave maternal del personaje resulten superficiales. Del duelo político, competitivo y humano el filme sale airoso pero no aseado, dibuja la jugada pero se muestra lejos del jaque mate.

Guillermo Balbona comenta la actualidad cinematográfica y los estrenos de la semana

Sobre el autor

Bilbao (1962). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense. Ser periodista no es una profesión, sino una condición. Y siempre un oficio sobre lo cotidiano. Cambia el formato pero la perspectiva es la misma: contar historias.


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