Objetivo: londres
EE UU. 2016. 99 m. (16). ‘Thriller’.
Director: Babak Najafi.
Intérpretes: Gerard Butler, Morgan Freeman, Jackie Earle Haley, Angela Bassett, Aaron Eckhart, Charlotte Riley, Radha Mitchell.
Salas: Cinesa y Peñacastillo
Lo fastidioso no es su vulgaridad extrema y su falta de vigor sino que bajo la pátina de una serie de gracietas patrioteras, a veces casi fascistas, y siempre visceralmente repugnantes, la película se toma en serio a sí misma. Primero fue ‘Objetivo: La Casa Blanca’ y ahora este producto infame traslada el desastre y su ejercicio de terrorismo cinematográfico, panfletario, tontorrón pero dañino, a un Londres con presidente estadounidense a la cabeza que pasa del despacho oval a la matanza global con extrema facilidad.
El guión, es un decir, es una hipérbole fundamentada en el colapso de las comunicaciones internacionales, la manipulación de las redes y el terrorismo mediático. Una ensalada de enemigo islamista a la vista a la que se apunta semejante artefacto no apto para retinas pensantes.
El héroe, americano por supuesto, es una caricatura instalada en el centro de un enjambre de estupideces de geopolítica de saldo al servicio de un mensaje tan superficial como chabacano y cateto. Si al menos semejante osadía paleta hubiese servido de coartada para el entretenimiento, podríamos hablar de excusas formales y refugios para cobijar al espectador menos exigente. Pero ‘Objetivo Londres’ es una mediocre y trivial cinta de acción tan bruta como insustancial. Su eje es la reiteración de situaciones y, salvo los escenarios, se limita a repetir personajes, anécdotas y alertas globales que ya asomaban en el anterior atentado al cine.
Discursos sonrojantes, chistes toscos y adocenados para rubricar cada acción de superación, y un tono de propaganda de primaria tan descarado como molesto. Por si fuera poco los efectos, la explosión digital es banal y nada apunta al interés formal o al mero gancho de la sorpresa. Inverosímil por aparatosa y descuidada, la cinta aspira a ser una de las peores vulgaridades de la temporada a la que no la salva ni su supuesto cinismo. De haber optado por la autoparodia quizás estaríamos hablando de una frivolidad pasajera dispuesta a zarandear a tanto enemigo informático. Pero desde la pantalla solo se refleja una trama estúpida, una risible puesta en escena con tiroteos de videojuego y explosiones de barraca y un desencuentro de líderes mundiales que van a Londres como quien queda un tarde en el bar de la esquina a la partida de mus.
Entre chapuzas, comentarios machistas, monólogos ultranacionalistas y sucesión de tópicos, el director Babak Najafi convierte el entramado internacional en unas naciones unidas marchosas, beligerantes y pirotécnicas al servicio de la feria temática más ramplona. A su lado aquellas aventuras del salvador Jack Bauer en ‘24’ parecen un filme de Bergman. Si son capaces de aguantar esta sobredosis de nadería sin chaleco anti-lugares comunes están preparados para todo. A su lado ‘La jungla de cristal’ es una pieza exótica y milenaria de porcelana china. La estupidez sigue de rebajas en los grandes almacenes de la infamia más prepotente.