El pregón
2016 85 min. España
Director: Dani de la Orden
Reparto: Berto Romero, Andreu Buenafuente, Jorge Sanz, Belén Cuesta, Goyo Jiménez, Jéssica Ross, Josep Maria Riera.
Comedia | Salas: Cinesa y Peñacastillo
Simple y obvia. Más producto prefabricado que manos ala obra. Aunque salvando el escollo de la desgana que se cierne sobre una gran parte de comedias diluidas, ‘El pregón’ salva la cara con cuatro intérpretes que le echan valor. El toque costumbrista y de crítica social que se esconde tras la anécdota de la ficción – el grupo Supergalactic (una especie de de Pecos post pop) que, años después de tocar fondo, son contratados para ir juntos a dar el pregón en su pueblo natal– permite dar un barniz de entereza a esta chispeante nimiedad. Lo que sucede es que en el grueso de este periplo itinerante de dos perdedores predominan los restos de serie, los gags cansinos y un ritmo que parece empeñado en solventar el producto cuanto antes. Lo más interesante es cómo sacarle partido desde el punto de vista del espectador al juego de equilibrios entre la pareja televisiva vía El Terrat, Andreu Buenafuente y Berto Romero, y dos actorazos que tratan de poner cordura, la omnipresente Belén Cuesta (aquí desaprovechada), y el regreso de Jorge Sanz. David Serrano y Diego San José, tan profusos como constantes, coinciden en cartelera en su labor de guionistas con ‘Tenemos que hablar’ y ‘El pregón’ y compiten quizás en simpleza pero también en eficacia y en la búsqueda del roce químico para elevar el anecdotario o los pequeños detalles. El director Dani de la Orden, entre altibajos y tópicos, disturbios y guiños televisivos, procura mantener el tono. Sin duda que la intensa campaña de promoción está muy por encima de la película que al menos ajusta su falta de pretensiones con su etiqueta de comedia popular, con público muy definido y con los justos enredos para provocar cierto aire jocoso. Pedirle más es pervertir su sentido y su destino. Las modas, la fugacidad del éxito, las tradiciones, las polémicas enquistadas en la identidad española aparecen de manera superficial para envolver los encuentros y desencuentros de Andreu y Berto, a los que es inevitable verlos como una prótesis de cualquier de sus apariciones televisivas. Explotar su buen rollo es el único objetivo de la función en la que Dani de la Orden, el creador de la saga ‘Barcelona, noche de…’, se limita a exprimir la factura de ‘8 apellidos’. Tanta amabilidad le pierde a una comedia que pedía a gritos acidez y agitación y se limita burocráticamente a cubrir el expediente de su puesta en escena. El duelo entre el regionalismo y lo urbanita, el toque gamberro y el referente televisivo no bastan. Todo es previsible y rutinario. Solvencia, sí, pero a costa de una vulgar e insustancial marca de producción antes de caducar.
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