La cara oculta de la luna
Alemania. 2015. 98 min (16). Thriller.
Director: Stephan Rick. Guion: Catharina Junk, David Marconi, Stephan Rick (Novela: Martin Suter).
Fotografía: Stefan Ciupek, Felix CramerIntérpretes: Moritz Bleibtreu, Jürgen Prochnow, Nora von Waldstätten y André Hennicke.
Salas: Peñacastillo
Hay más forma que fondo en este thriller alemán que suena a película pequeña y deslocalizada. Un estreno como de fuera de temporada, frío y tan descarado en su aire de fábula existencial, moral y, supuestamente, política como ingenua. ‘La cara oculta de la luna’, una especie de cuento de licantropía capitalista –ya saben el hombre es un lobo para el hombre–, mezcla episodios de psicodelia, con setas alucinógenas incluido, y en el mismo caldero mágico una operación a gran escala de fusión de empresas farmacéuticas. Stephan Rick, cineasta de carrera corta que ha alternado algunos filmes como ‘The good neighbour’ con la televisión, se limita a posar la mirada para potenciar la intriga, más su facilidad para generar elementos que creen suspense, pero exenta de fundamento y con unos personajes que pululan sin rumbo por la trama. Todo parece responder a una idea interesante pero nunca desarrollada, atrapada en la escasa hondura del filme para mostrar precisamente ese otro lado al que se refiere el título. La transformación del abogado de las altas esperas empresariales ambicioso, eficaz y exitoso adalid de fusiones, en asesino espontáneo y azaroso, domado por fuerzas sobrenaturales, llega a caer en el ridículo. El relato carece de factores psicológicos que expongan y desnuden el retrato verdadero del hombre o que aporten humanidad a la sátira elegida como espejo social. Moritz Bleibtreu, un interesante actor que se ha asomado con profunda eficacia por numerosas producciones, padece aquí de sobreactuación debido a la falta de control y a la inexistencia de un objetivo claro. Aunque la base de inspiración y guía es una novela del suizo Martin Suter, la cinta de Rick resulta caprichosa y nunca aprovecha las posibilidades de esa mutación del hombre en bestia, diablo incluido. Entre hermosos paisajes, simbolismos a veces inocentes, escasa fuerza en los retratos de los personajes y un cierto dominio de lo errático, el filme no deja que los árboles nos dejen ver el bosque. El veterano Jürgen Prochnow, encarnación diabólica, sí imprime en cada una de sus apariciones una huella de madurez y de reflexión. Entre Jekyll y Hyde, entre la cordura y el salvajismo, dejan al espectador indefenso como un invitado que llega tarde a una fiesta. El lobo estepario de Hesse, el disco de Pink Floyd, la falta de escrúpulos de las grandes corporaciones y el lobo hombre… en Berlín. Hacen falta más setas para adentrarse en el hechizo. Como Caperucita nos falta información o el cuento está mal contado para llegar a casa de la abuelita.