Amar
2017 105 min España
Director: Esteban Crespo. Música:Adolfo Núñez.
Fotografía: Ángel Amorós.
Reparto: María Pedraza, Pol Monen, Natalia Tena, Antonio Valero, Gustavo Salmerón.
Drama romántico. Salas: Peñacastillo.
Sé que voy a quererte sin preguntas/ sé que vas a quererme sin respuestas», escribió Mario Benedetti. Un hermoso y sostenido primer plano, en el que dos rostros adolescentes piden respirarse, abre ‘Amar’. Esta ópera prima, que parte del riesgo y se mueve peligrosamente entre la indecisión convencional y el exceso, es el retrato de un primer gran amor, probablemente el único posible, que se construye entre interrogantes. El ‘soy tú’ preside este encuentro apasionado de dos criaturas cuyos espacios emocionales se expresan como vasos comunicantes en comunión y en colisión. El cineasta Esteban Crespo desarrolla lo que ya apuntó en sus cortometrajes profusamente premiados: una coreografía de encuentros de pareja con aire terminal como si cada cita fuese la última de lo vivido o la primera de lo por vivir. Desde esa inmersión inicial hasta los juegos sexuales, los límites impuestos o elegidos, o el entorno que poco aporta, todo en ‘Amar’ es un tenso abrazo huidizo, amor de barrio que se instala entre la asfixia y las máscaras de oxígeno, entre el espacio propio y el ajeno. A veces Crespo subraya demasiado su vocación de estilo y otras logra abonar un excelente territorio visual donde las elipsis, el fuera de campo, los detalles y el simbolismo (caso de la metáfora de los relojes) siembran un terreno minado, ya de por sí, por la nada complaciente historia de una pasión que, como tal, nunca puede posarse, solo explotar. En sus mejores momentos ‘Amar’ insinúa, trasciende lo obvio y afronta con talento esa delicada frontera entre abrazar y respirar entre pronombres, entre la pasión y la desgarradura. Gana el director del cortometraje ‘Aquel no era yo’ cuando es más Truffaut que Zulawski; cuando los amantes crean un ecosistema de vida en su intimidad entre interrogantes; y pierde cuando se empeña en ilustrar con hipérboles la desesperación como en la escena que discurre en el edificio oficial. La gran dirección de actores y un trabajo excelente de la pareja protagonista permiten elevar este amor juvenil con el trasfondo urbano de una Valencia exenta de tópicos. Todo es inmaduro e intenso, explosivo y, veces, también ridículo, pero cuando el filme es consciente de ese combate entre lo liviano y lo trascendente se eleva apoyado por unos actores magníficos. Un proyecto iniciático y dos cortos anteriores del cineasta se funden en este retrato que gana en la intimidad, se torna difuso en lo social y crece, aunque irregular, sobre los atractivos abrazos de una respiración que tan pronto salva como ahoga la supervivencia del amor.