A fondo
Francia. 2017. 90 min (TP). Comedia.
Director: Nicolas Banamou.
Música: Maxime Desprez, Michael Tordjman.
Fotografía: Antoine Marteau.
Intérpretes: Andre Dussollier, José García y Florence Foresti.
Género: Comedia. Salas: Peñacastillo.
En el mercado de la taquilla podría postularse como la versión ikea de ‘Fast & Furious’. Una sátira de brocha gorda y formato familiar donde la velocidad se confunde con el tocino. Por un lado, ‘A fondo’ asoma con trazo brusco y caricaturesco, a modo de jocoso retrato de ese espíritu de la familia unida jamás será vencida. Por otro, recobra con sal gruesa ese humor que conjuga el personaje torpe, las azarosas situaciones paralelas y la acumulación de supuestos gags. Pero esta aventura de autovía de humor de peaje con vehículo de gama alta y gracietas con escaso combustible resulta crispada y cansina, pese a su escasa hora y media de nerviosa y ascendente búsqueda de un retorcido tour de force. Comedia de mirada costumbrista, en la que se buscan tres pies al gato de las tecnologías aplicadas a lo cotidiano y se plantea un cruce de miradas generacionales, está muy lejos del universo de mesura y genialidad de Jacques Tati y, en el otro extremo, no encuentra el sentido de la afinidad para reconocerse en la hilarante hipérbole de un Louis de Funès. El cineasta Nicolas Benamou, entre la coreografía del autoloco y el microcosmos familiar como arma de destrucción masiva, sitúa una serie de anécdotas solapadas que, demasiadas veces, compiten en vulgaridad y en forzado ingenio. Con el motor de la imaginación gripado no basta con sentarse en el asiento de la simpatía. Agitando el ojo clínico cinematográfico es como si el espectador hubiese mezclado en su cabeza ‘Speed’ y ‘Pequeña Miss Sunshine’ con la saga –esta sí francesa– de ‘Taxi’, para meter en un mismo monovolumen a una serie de personajes mal perfilados e irritantes obligados a decir boberías y a realizar estúpidas demostraciones físicas. Ni los chistes ni los rizos de acción contribuyen a compensar esta himno de carretera donde a la liberté, égalité y fraternité se suma la velocité chovinista de un filme con gitano español incluido. Con gasolina televisiva (del filme se desprenden varias situaciones que darían para alimentar una sitcom a lo Modern Family con ruedas) el cineasta de ‘Se nos fue de las manos’, en su cuarto largometraje, busca lo aparatoso y alocado como colchón de una desatada comedia. Una road movie, casi de escenario único, nunca encuentra el tono, ni el espíritu, ni la acidez necesaria para que el espectador se suba a una montaña rusa inteligente y chillona de autopista con policías tontorrones, niños listillos y adultos aniñados. Este paseando a miss family, pese a que parece asfaltar el camino hacia el esperpento, no funciona finalmente ni como sátira costumbrista ni como película de acción con radiografía social tras la carrocería deslumbrante de la velocidad y la carrera a ninguna parte.