Es por tu bien
España. 2017. 93 m. (12). Comedia.
Director: Carlos Therón.
Intérpretes: José Coronado, Javier Cámara, Roberto Álamo, Pilar Castro, Carmen Ruiz y Silvia Alonso.
Salas: Peñacastillo, Cinesa y Autocine
Quien no tenga un ‘cuñao’ en su vida que tire la primera piedra. Con la lección bien aprendida, mucha savia latina, molde coral y caudal televisivo, ‘Es por tu bien’ funciona por inercias familiares, complicidad de lugares comunes y estrecheces de comedia. Con menos comodidad y más mala leche el artefacto hubiese crecido. Tampoco lo hace porque antepone el costumbrismo y las referencias facilonas –algunos verdaderos chistes malos y guiños que no superan ni un especial nochevieja–, al ingenio y el riesgo, especialmente en esa media hora final en la que se desmaya cualquier intento de elevar la comedia más allá de los tópicos y leyes del enredo más estereotipado. Aquí, entre cuñaos y suegros, el trío protagonista (lo mejor de la película) discurre el embrollo, más enredado que divertido, con José Coronado, Javier Cámara y Roberto Álamo desplegando todas sus armas y sacando jugo a sus escenas juntos. El cineasta de ‘Fuga de cerebros 2’, Carlos Therón, cuyo trayecto televisivo ha recorrido desde ‘El Chiringuito de Pepe’ a ‘Olmos y Robles’, tira de labia para crear un microcosmos costumbrista español donde supuestamente refleja, en modo esperpéntico y sátira, la radiografía de la sociedad actual. Un ‘post 15M’ que el director introduce con calzador en una historia de hijas, novietes y madres con espíritu de batiburrillo y poca fe. Siguiendo el modelo cercana de cierta comedia coral y costumbrista que ha arrasado en la Francia más francesa y como herencia de aquellas españolas, ‘Salsa rosa’ o ‘Todos los hombres sois iguales’, el filme de Therón se suma al trenecito que puso en marcha Nacho Velilla con ‘Villaviciosa de al lado’. Irregular, a borbotones, con situaciones aisladas en lugar de gags, ‘Es por tu bien’ nunca supera el listón de la vulgaridad y el lugar acomodaticio. Salvando los diálogos zarrapastrosos la comedia se instala hacia la mitad de su metraje en una zona de confort, algo repetitiva, pero que consigue enganchar al oído y, al menos, no se convierte en uno de esas pesadas y torpes cantinelas ruidosas costumbristas que apestan a chistes de internet. Pero Therón, que mira más a la taquilla que a lo que tiene entre manos, no va más lejos y nunca profundiza en esa sima intergeneracional a la que la película apuntaba. Lo disparatado se frena y los hallazgos, pocos, se repiten o se quedan en manos de un actor como Coronado que se convierte en el verdadero corazón de la comedia por saber estar y por reflejar con mayor eficacia la mutación que sufren los personajes. Lástima que el posible retrato ácido, necesario para desbrozar algunas de las convenciones y ataduras que conforman el espectro sociológico, derive hasta naufragar en lo convencional. Del posible resacón familiar pasamos a ‘los padres de él’ en una sucesión de concesiones a lo amable quizás ya pensando en la taquilla global.