Fences
2016 139 min. Estados Unidos.
Director: Denzel Washington.
Reparto: Denzel Washington, Viola Davis, Mykelti Williamson, Russell Hornsby, Saniyya Sidney, Stephen Henderson, Jovan Adepo, Toussaint Raphael Abessolo, Mark Falvo.
Género: Drama.
Salas: Cinesa y Peñacastillo.
Son dos intérpretes descomunales en equilibrio y escorzo de palabra, escena e imagen. ‘Fences’ es una explosión teatral asumida por una pareja que matiza la verborrea, aumenta las dimensiones de la puesta en escena y transgrede el encasillamiento o atrofia de este tipo de adaptaciones. Al borde de la ceremonia de los Oscar (prevista en la madrugada del domingo) llegan a la cartelera algunas de las cintas de ese cine afroamericano tantas veces marginado. ‘Figuras ocultas’ abrió el fuego, ‘El nacimiento de una nación’ permanece inédita por estos lares y ‘Moonlight’ y ‘Fences’ recalan en cartelera este fin de semana. Denzel Washington, imponente actor en horas bajas, vuelve a la dirección en su tercera película tras ‘Antwone Fisher’ y ‘The Great Debaters’. August Wilson escribió un ensayo en 1990 y aseguró entonces que solo un director negro podría adaptar al cine su premiada obra ‘Fences’. Dicho y hecho. Denzel Washington aceptó el reto y ha conseguido cuatro candidaturas. El individuo y la comunidad, los prejuicios raciales, papeles desbordantes, heridas abiertas, alternancia de lo dramático y lo inane se suceden en unos pocos escenarios, desde ese camión de la basura inicial a los simbólicos patios traseros. Todo son barreras, rejas, vallas. Y en esa geografía de impotencia, de intolerancia e incomprensión Washington y Viola Davis toman el mando, humanizan los planos donde no llegan los detalles, convierten en cine lo que es puro teatro de origen y tapan lo que es desmesura y falta de tacto. La oratoria, el peso de la historia y la gravedad de los personajes frente a la levedad de lo puramente teatral generan un extraño equilibrio. Todo discurre, no obstante, en la cuerda floja pues la escena amenaza con desmayarse sobre el potente discurso de dos actores mayores capaces de sostener un filme de más de dos horas con la simple desnudez de la palabra. ‘Fences’ es dialéctica pura. Pero nada desdeñable. No es ese teatro filmado, estático y simplista. De forma subliminal, con una cámara posada, casi invisible, va mostrando el drama familiar entre subtextos y arrebatos y una continua apelación al verbo, a la densidad de unos personajes que, de primer plano en primer plano, profundizan en la intimidad que simboliza los estados, climas y dolores de una época. Lo conmovedor y naturalista convive con los subrayados y la intensidad a veces un tanto impostada en esa carrera desigual entre el fundamento teatral y el cine que busca su personalidad en pantalla.