Los del túnel
España. 2017. 95 m. (12). Comedia.
Director: Pepón Montero.
Intérpretes: Arturo Valls, Natalia de Molina, Neus Asensi, Manolo Solo, Teresa Gimpera, Emma Caballero, Raúl Cimas.
Salas: Peñacastillo y Cinesa
Busca escapar de los estereotipos de la comedia coral costumbrista y se acerca a la tragicomedia. La película llega a atisbar la luz y en algún momento ofrece zonas de deslumbramiento pero no dejan de ser fogonazos esporádicos e insuficientes. Aun así esta historia de supervivientes, de héroes accidentales que logran salvarse tras haber estado quince días atrapados en un túnel, tiene algo de rareza. Personajes, patéticos en su mayoría, que se mueven entre el oportunismo, la fachada social y la hipocresía, o la doble vida, componen esta galería presentada con ribetes de humor negro y melodrama, que a veces deriva al esperpento y otras a lo bufo y grotesco. Es por eso que domina la sonrisa amarga sobre el efecto cómico de gags y diálogos. ‘Los del túnel’ que reúne a una decena de variopintas figuras, casi todas personas con discapacidades emocionales, trata de elevarse pero se estanca y acabar por presentarse más como el episodio piloto de una sitcom donde cada capítulo permitiría conocer los entresijos de sus respectivas personalidades. El filme del debutante Pepón Montero une azarosamente a personajes con un eslabón común: todos tratan de aparentar, de ser lo que no son, de administrar su patetismo dentro de una sociedad que no admite las diferencias. La marginación, la muerte, la empatía, la exclusión, la marginación son los materiales de esta comedia estrujada que tan pronto se desenvuelve con gracia en lo paródico como se mantiene de forma irregular en el terreno siempre delicado de la farsa. Es una película a contracorriente, y ese es su mayor mérito, pero se muestra endeble la hora de la puesta en escena y es excesivo el peso que tiene Arturo Valls (productor) en el desarrollo de la trama. Hay, no obstante, un pulso entre cierto costumbrismo trasnochado y un guiño neorrealista salpicado por algunas notas de Azcona. El reparto cumple su cometido con eficacia (excelente Nuria Mencía) en un filme que sale adelante a borbotones, entre situaciones demasiado estiradas como la de la estancia en el hospital y un jocoso flash back que reconstruye el pasaje del túnel tras el siniestro. Criaturas enterradas en vida que persiguen sus salidas aunque sea a costa de la dignidad. El cineasta y su guionista de cabecera (la cosa se remonta a ‘Camera café’), Juan Maidagán, no siempre logran convertir la fragilidad en la que se mueven los personajes en agudo estado de las cosas. En muchas ocasiones , la idea original se enquista y la película acaba pareciéndose a ese disco de los Pecos que suena cansina e irremediablemente en un bucle demasiado familiar, que pierde poco a poco el sello diferencial que presagiaba.