Train to busan
Corea del Sur. 2016. 118 m. (16). Terror.
Director: Yeon Sang-ho.
Intérpretes: Gong Yoo, Ma Dong-seok, Ahn So-hee, Kim Soo-an, Jung Yu-mi, Kim Eui-sungo.
Salas: Peñacastillo
Mientras las despistadas y prepotentes cabezas pensantes de la gran industria de Hollywood olfatean el mercado chino, explotan los remakes, reinventan franquicias artificiales y se miran en el ombligo de la fábrica de superhéroes, es en Corea donde verdaderamente se hace el verdadero cine de género. Tras su paso por Cannes y las bendiciones de Sitges recala ahora en cartelera ‘Train to Busan’, una adrenalítica bocanada de zombis con aire de culto que muerde géneros y contagia su virus empático y ácido. Un tren, escenario metáforico y simbólico que atraviesa la historia del cine; un melodrama de fondo sobre la relación padre/ hija (el gran tema contemporáneo); y una crítica nada subliminal y combativa, entre el humor negro y la agresivdad sobre el miedo al otro, el clasismo y la implicación solidaria o lo de mirar hacia otro lado. Pero esos pilares críticos, emocionales o reflexivos discurren como un magma por una historia inteligente que nunca se sale de la vía y que conoce perfectamente su trayecto: el entretenimiento, las leyes de género y la solidez a la hora de contar una historia fundamentada en ese juego de equilibrios entre lo anormal y lo cotidiano, lo convencional y racional y lo apocalíptico. ‘Train to Busan’ con caligrafía imponente, contundencia y ritmo, discurre oscilante pero firme, como un tren de alta velocidad, entre la fría distancia de ese padre y su hija y la masa coral de criaturas sanas y enfermas, contagiadas de egoísmo o del virus mortal en un juego de paralelismos y asociaciones de ideas tan eficaz como inteligente. La puesta en escena y el dominio del espacio del director Yeon Sang-ho, que hasta ahora sólo había frecuentado la animación como ‘The Fake’, se traducen en un magnífico diálogo entre el terror, la angustia, lo inevitable y la lucha por la supervivencia. Su toma de conciencia social es obvia y militante y todo el festival apocalipsis zombi es una bofetada en el rostro del sistema capitalista. Giros y sorpresas para presentar a un ejército de criaturas infernales pero organizadas que actúan como colectivo frente a humanos desorganizados incapaces de eludir lo personal. Acción, parodia cuando se necesita, precisión y delirio encajan con destreza y de manera implacable. Primeros planos , miradas detenidas entre el salvajismo zombi, tensión estirada hasta lo inimaginable y claustrofóbica cada vez que se intuye una salida. Espectáculo inoculado por un cine teñido de un imaginario perfecto y salpicado por una lúcida crónica sobre el miedo, la agresividad y el mal que parece ser el loco maquinista de un tren sin más estación que la de la supervivencia. Un cómic seco y celérico, feroz y crítico, donde el cine triunfa con su caníbal mordedura letal.