Fiesta de empresa
EE UU. 2016. 105 m. (16). Comedia.
Directores: Josh Gordon y Will Speck.
Intérpretes: Jennifer Aniston, Jason Bateman, Olivia Munn, T.J. Miller.
Salas: Cinesa y Peñacastillo
Estamos ante un cuento empresarial de Navidad con su ‘milagro’ capitalista y su regalo de gamberrada dentro. Es como un Frank Capra ácido disfrazado de Papa Noel, desmadrado a medias, con fiesta rave exhibiendo sus ganas de romperlo todo. El problema de esta ‘Fiesta de empresa’ es que posee un ritmo desigual, carece de humor inteligente y demoledor y se deja llevar por los tópicos de un resacón de estereotipos con espumillón y polvo de nieve artificial. Todo como adornos de un árbol talado por la falsa provocación con soniquete de estribillo manido. Cine coral donde brillan los secundarios, a ‘Fiesta de empresa’ precisamente se le echa de menos no haberse quitado la careta del todo. Josh Gordon y Will Speck, que ya habían compartido series televisivas, vuelven a recurrir a la pareja Jennifer Aniston/ Jason Bateman a los que dirigieron en ‘Un pequeño cambio’, para situarlos al frente de este juguete explosivo que se queda en petardo, al que le falta ambición y le sobra pose. Todo es previsible y aunque funcionan a golpe de fórceps cómicos, en algunos gags la irreverencia que se insinúa brilla por su ausencia. Enredo escapista con bastante más moralina dentro de lo que parece, esta travesura que simula cierto buenismo, destaca por el afán de sus intérpretes en una de esas comedias en la que los actores parecen habérselo pasado mejor que los espectadores. Una comida de empresa dentro de la propia empresa que juega más con la integración que con el reventón. Entre ‘Resacón en Las Vegas’ y ‘Despedida de soltero’, pero mucho más dispersa que sus referentes, no acaba de soltarse del todo el espumillón de la melena aunque tampoco llega a confundir lo escatológico con lo provocador. Con rostros enraizados en esa factoría del ‘Saturday Night Live’ la comedia avanza hacia un desenlace empaquetado y con poco sentido del clímax. Si gran parte de la acción se desarrolla en la sede de la empresa, la salida a exteriores supone que parte de la gracia queda desactivada. El supuesto desenfreno, con un algarabía un tanto ñoña de alcohol, drogas y sexo, busca el equilibrio entre el exceso y la hipérbole y el enredo que provoca tanta entrega festiva. Un pastiche con el espíritu navideño de cómo salvar a tu empresa sin acabar con el jefe….y sin despedir a nadie. Sin transgresión y estirando una idea revestida por muchas ya vistas, el filme sólo se sostiene en la solidez de buena parte del reparto. A destacar, sin duda, Kate McKinnon, una auténtica roba papeles que saca petróleo de los contrastes que vive su personaje y acaba por merecerse una comedia entera, de la cabeza a los pies, con todo su despliegue, este sí, festivo.