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Guillermo Balbona

Fuera de campo

Deslenguado antihéroe

Deadpool

 EE UU. 2016. 106 m. (18). Acción.

Director: Tim Miller.

Intérpretes: Ryan Reynolds, Morena Baccarin, Gina Carano, T.J. Miller, Ed Skrein, Rachel Sheen.

Salas: Cinesa y Peñacastillo

 

Exprimida la Marvel hasta la saciedad ya solo cabía que el incesante caudal de criaturas surgidas del cómic acabara en la autoparodia. En este contexto, ‘Deadpool’ es un piscinazo basado en la desmesura, la verborrea y la ampulosidad visual de las escenas de acción. Posee tanto desparpajo escatológico, deslenguado y furioso como desequilibrio en su catarata de dianas verbales. El filme, y su personaje, es más hábil con la lacerada y cáustica lengua que con sus catanas. Antihéroe sin sutilezas, más provocador que oscuro, el tono paródico es abrumador aunque pierde fuerza por su barroquismo. ‘Deadpool’ juega su mejor baza en el ritmo de los diálogos y en su acertada acumulación irónica y cínica de referentes del propio cómic y del cine. Retorcido, hiperviolento, juega más con los genitales que con el ingenio. Visualmente su mosaico es pop, excesivo, subversivo, el protagonista habla directamente a la cámara al espectador, interrumpe la ficción y cae en subrayados permanentes que perjudican su mensaje de singularidad y declaración de intenciones rupturista. De haber depurado su lado salvaje estaríamos hablando quizás de una incursión en el lado oscuro del héroe verdaderamente transgresora. Pero el resultado solo permite hablar de un filme simpático, cargado de ocurrencias, algún chiste bien encajado y mucha dinamita desmayada. Ryan Reynolds ha afrontado con desparpajo su apuesta canalla, aunque muchas veces lo soez y lo superficial y lo vulgar se apropian de las intenciones, y el gamberrismo cubre toda aspiración mayor. No obstante, se agradece que el actor y su director, el debutante Tim Miller (al que solo se le conoce algún desembarco en la animación) apueste por lo directo, sin camuflajes sobre la corrección e incorrección y busque ante todo reírse de casi todo y, especialmente, de sí mismo. Como comedia satírica anda sobrada de intensidad, pero la cosa merecía quizás una mayor serenidad en las formas para que se tradujera en poso más que en pose. Burlón y obsceno, lúdico y avasallador, el filme se enrosca en su afectada espontaneidad macarra y acaba por perder el sentido paródico y su personalidad. Tim Miller ironiza desde los propios títulos de crédito sobre la identidad y la trascendencia de la autoría y de la mirada crítica y ello merece un aplauso, aunque luego la irreverencia se le quede a medio camino. El retrato de este mercenario bocazas destaca cuando se regodea en el metalenguaje y en la parodia cínica, y se autopropone para la franquicia con descaro. Lástima que cuando la acción se apodera del filme, sea un juguete más de la Marvel y otro héroe más o menos camuflado en la confusión.

Guillermo Balbona comenta la actualidad cinematográfica y los estrenos de la semana

Sobre el autor

Bilbao (1962). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense. Ser periodista no es una profesión, sino una condición. Y siempre un oficio sobre lo cotidiano. Cambia el formato pero la perspectiva es la misma: contar historias.


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