Noche en la ciudad
Night and the City. Estados Unidos 1950. 101 min.
Director: Jules Dassin.
Reparto: Richard Widmark, Gene Tierney, Googie Withers, Hugh Marlowe, Francis L. Sullivan, Herbert Lom, Stanislaus Zbyszko, Mike Mazurki.
Sala: Bonifaz. Filmoteca de Cantabria. Esta semana.
En su huida hacia adelante Jules Dassin firmó un noir espectacular con un sublime vigor narrativo. Los barrios bajos londinenses sirven de escenario de esta adaptación de la novela de Gerald Kershe. Atmósfera, extrañeza, ritmo conjugan una sinfonía de perdedores, idealistas ingenuos, mentiras, estafas y torturas psicólogicas. Quizás influido inevitablemente por su postura personal, el primer filme del regreso a Europa de Jules Dassin, mediatizado y estigmatizado por la caza de brujas, es este ‘Night and the City’– plasmada en dos versiones– en la que visceralidad y desesperación cruzan su textura negra y su indagación en lo oscuro. Ya en los noventa Robert De Niro, en franca decadencia, protagonizó un remake dirigido por Irwin Winkler, muy por debajo de la calidad de su maestro original. El filme de Dassin es como un pálpito vigoroso, fuerte, sin resquicios, en el fondo una cúspide de las anteriores incursiones del cineasta que sembró el terreno que pisaba filmes minados por una intensa mirada sobre el mundo, como en ‘La ciudad desnuda’ y en ‘Fuerza bruta’, ya programados por el ciclo de la Filmoteca. Richard Widmark, un actor siempre a reivindicar, es un aliado prodigioso a la hora de subrayar la potente caligrafía que dibuja al protagonista. Como un paisaje kafkiano, el retrato que propone el cineasta pasa por la crispación, se sumerge en el desasosiego, genera una sensación de fuga y logra un clima de asfixia y claustrofobia, reflejo de la que probablemente vivió el propio cineasta. Vividores, buscavidas, oportunistas habitan esta historia de desesperanza, amargura y dureza donde sueños e ilusiones asoman con todos sus fragmentos. Rodada en escenarios naturales, su realismo se eleva gracias a la interpretación de Widmark, espejo de un personaje imbuido de cinismo e hipocresía. Hay un soplo de energía contenido en esta obra de desgaste hasta el punto que Dassin tardaría cinco años en rodar su siguiente filme, ‘Rififí’, considerado por muchos su obra maestra. La iconografía áspera y nada habitual de la lucha libre recorre las entrañas de este filme donde confluyen la soledad y la desolación, la redención y lo opresivo. Han existido muchas malas copias. Era imposible imitar la raíz desgarrada con la que nace de esta miradas de sombras y miedo, de temblor y turbiedad. Una de esas joyas imperecederas que con discreta sencillez revelan la grandeza del cine.