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Guillermo Balbona

Fuera de campo

En el centro de unas pocas cosas

Los miércoles no existen

España. 2015. 125 m. (12). Comedia.

Director: Peris Romano.

Intérpretes: Eduardo Noriega, Inma Cuesta, Alexandra Jiménez, Gorka Otxoa, William Miller, Andrea Duro, María León..

Cinesa y Peñacastillo

En su vocación de mosaico generacional reside su atractivo y su trampa. Es un filme de contrastes y contradicciones, entre lo que quiere contar y lo que cuenta, entre cómo hacerlo y lo que realmente vemos. Sus diálogos muy bien construidos, en ocasiones perfectos como mecanismos de retrato colectivo, salvan demasiadas escenas reiterativas, situaciones fallidas, descosidos y una tendencia machacona a prolongar los tiempos de lo que se describe. ‘Los miércoles no existen’ supura la teatralidad de su origen, funciona como juego textual de personajes y parejas intercambiables en sus azarosos encuentros y desencuentros en el tiempo. Pero se revela inconsistente en lo cinematográfico. Diluye su fuerza y su intención de crónica y en muchas ocasiones resulta monótona, con muchos pastiches y artificios innecesarios para alargar esta comedia dramática enmarcada por números musicales. Su reparto inspirado, coral pero muy deletreado y fijado en al menos cinco intérpretes, sostiene  el armazón cuando se vuelve endeble y frágil. Hay un riesgo loable en arrancar un filme con una escena desconcertante donde las dudas sentimentales de una mujer se expresan cantando, arropada por un coro conformado por las personas que la acompañan en una cafetería. Pero el contrapunto se vuelve exceso y material superfluo en muchas otras situaciones. El filme del cineasta de ‘8 citas’ tiene verdadera identidad cuando su circularidad y fragmentación se acepta y se contempla no en su fallido conjunto, sino como escenas, pasajes solitarios donde dos o tres personajes componen sus retablos de treintañeros en crisis. Pese a lo que pudiera pensarse ‘Los miércoles no existen’ funciona mucho mejor a través de los resortes del drama que de la comedia. Hablamos de personajes en busca de amor, sexo, trabajo, quizás serenidad. De ahí la irregularidad, los subrayados, las explicaciones sobrantes. Hay gags verbales y diálogos frescos pero también un empeño en forzar y estirar muchas cosas en busca de cuadrar el círculo generacional, situacional y sentimental. Las piezas no siempre casan con naturalidad y perdura más la palabra oportuna, el origen teatral y el hechizo de algunas interpretaciones, Alexandra Jiménez por encima de todas y también la jocosa singularidad de William Miller. En semejante pluralidad lúdica, a medio camino entre ‘El otro lado de la cama’ y aquellas comedias italianas episódicas de interminable reparto, el filme de Peris Romano plantea varios y atractivos campos de batalla sobre los dilemas sentimentales. Suena la melodía y falla la letra, o al revés. Tras tanta sonora confrontación uno se queda impregnado por el contrapunto emocional de Gorka Otxoa cantando las cuarenta a su amigo y la incertidumbre sentimental de Jiménez y su contagiosa empatía para transmitir lo inestable de casi todo.

Guillermo Balbona comenta la actualidad cinematográfica y los estrenos de la semana

Sobre el autor

Bilbao (1962). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense. Ser periodista no es una profesión, sino una condición. Y siempre un oficio sobre lo cotidiano. Cambia el formato pero la perspectiva es la misma: contar historias.


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