Hoy va de una canción. ‘Hermana duda. Pasarán los años, cambiarán las modas, vendrán otras guerras, perderán los mismos y ojalá que tú sigas teniéndome a tiro… Pero esta noche dame un respiro’. Me apunto. A la duda y al respiro.
Pido un respiro –o, más bien, paso, no quiero engañar – a los que no tienen nada que hacer, que son los más peligrosos. A los cotillas que saben más de la vida de los demás que de la suya y que preguntan sólo para poder responder. A los vagos y vagas que entre cigarro y cigarro descuartizan a todos los que intentan hacer algo. A los políticos más ocupados en escuchar órdenes que problemas y en perseguir intereses antes que soluciones (que no son todos). A los agoreros del ‘ya te lo dije’. A los que tiran la piedra y esconden la mano (esos que te ponen a parir y luego nunca dijeron nada: «yo no, yo no…»).
A los que me etiquetan constantemente y desde hace años y no me conocen (ni conocerán, no me interesan lo más mínimo). A los que sólo hablan de sus problemas, incluso, cuando tratas de contarles los tuyos. A los estresados, a los siempre cansados, a los que me dicen que siempre escribo de lo mismo…
A los dictadores del arte y la cultura que sólo respetan lo que ellos producen o admiran. A los que desprecian una idea sólo porque no es suya. A los falsos con doble discurso, a los que adoptan la pose, a los de la última moda que no se mezclan con el mal vestido, al obsesionado con el gimnasio que mira con asco una barriguita feliz… A los que saben hablar por un chat y no saben hacerlo cara a cara.
‘No me malinterpreten, no estoy quejándome. Soy jardinero de mis dilemas…’. No me escondo, hasta de mí mismo paso a veces. Porque también incluyo en esta lista a los que no reconocen nunca que se equivocan. ‘No tengo a quién culpar que no sea yo, con mi reguero de cabos sueltos…’. Por cierto, la canción es de Jorge Drexler.