La Conchita fue un bar de referencia en la calle Peña Herbosa a finales del pasado siglo. Su seña de identidad eran los mejillones al ajillo, servidos sin cáscara y con una salsa de color rojizo muy característica. Las rabas también tenían un fuerte tirón, así como las patatas ali-oli. El establecimiento estaba a rebosar a la hora del aperitivo, reuniendo a jóvenes y mayores alrededor de su barra. Era una época en la que no había mesas fuera de los bares y en la que se podía fumar en el interior. Una época en la que Peña Herbosa reunía a cientos de jóvenes los fines de semana y a unos cuantos más cuando en la universidad y los institutos se iniciaban las vacaciones de Navidad. Por entonces, La Conchita, El Solórzano, el Centro Gallego, el Fuente De y el Bar del Puerto se llevaban la palma.
La Conchita desapareció de la calle de ambiente que une el centro de la ciudad con Puertochico hace ya unos cuantos años para reabrir sus puertas en la calle Honduras, frente a la Avenida de los Castros. Se trata de un local pequeño en los bajos de un edificio de viviendas y en una larga vía en la que no hay más establecimientos a la vista. Pero una vez en su interior, uno se traslada de nuevo a aquel bar de Peña Herbosa repleto de gente.
La Conchita mantiene en la calle Honduras esos mejillones al ajillo que le dieron la fama y que siguen teniendo un fuerte tirón, por su calidad y su precio. Así como las rabas, que mantienen la esencia de lo tradicional, rabas sin trampas ni cartón. En este ya mítico establecimiento, en el que hoy en día tampoco falta la clientela de todas las edades, se sirve vermut de caño y, además de los mejillones al ajillo o con limón y sus rabas, se pueden comer unos ricos caracolillos, gambas a la gabardina o al ajillo y las patatas ali-oli de siempre. Guarda pues La Conchita de la calle Honduras aquella esencia marinera de Peña Herbosa, donde todavía se respira el honor a mar por todos sus rincones.