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Teresa Cobo

La Engaña

Apuesta de mujeres para resucitar La Engaña

Muelle cubierto y, detrás, edificio de viajeros de la estación de La Engaña, los dos inmuebles que entran en el contrato inicial firmado por la asociación ecofeminista que quiere rehabilitarlos. T. C.

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Una colonia ecofeminista se instalará en el poblado ferroviario abandonado en el lado burgalés

La asociación promotora del proyecto ha firmado un contrato de alquiler hasta 2023 para rehabilitar los edificios de la estación y dar trabajo a “cuidadoras”

Los poblados abandonados de La Engaña se resisten a morir y no lo harán mientras quede alguien decidido a insuflarles aliento a uno u otro lado del túnel que comunica Burgos con Cantabria bajo la montaña. En el lado cántabro está por ver si la vía verde proyectada por el Gobierno regional llega algún día desde Santander hasta la boca norte de la galería ferroviaria, en Yera, o si se retoma en el futuro el frustrado teleférico que el alcalde de Vega de Pas defiende con uñas y dientes. Mientras tanto, en el lado burgalés nace una iniciativa muy distinta, una apuesta de un grupo de mujeres para recuperar la aldea que se desmorona junto a la boca sur. Una asociación ecofeminista se ha abierto paso entre la burocracia y ha firmado un contrato de alquiler hasta 2023 para resucitar el enclave con un proyecto que se sustenta sobre cuatro pilares: el paisaje, la historia, el trabajo comunitario y el papel de la mujer en la sociedad.

Charcos en la caja de la vía, entre los andenes fantasma que jamás acogieron un tren. T. C.

El plan que encabeza Dúnia Rossell, una brasileña afincada en Barcelona, no aspira al lucro, sino a la autosuficiencia, y no está respaldado por una gran inversión privada, sino fiado a la cooperación social y a la implicación comunitaria. El doble objetivo es, de un lado, dar cobijo y empleo de forma prioritaria a mujeres sin pareja con personas dependientes a su cargo y, de otro, conseguir que estos pobladores devuelvan al lugar el espíritu obrero y ferroviario con el que nació.

La emprendedora que promueve el proyecto recluta socias y socios para montar una comunidad ecofeminista que se encargará de la rehabilitación, por fases, de los edificios de La Engaña para establecer una hospedería, un albergue juvenil, un centro de interpretación, talleres de capacitación y arte, y, a la par, la residencia de las propias trabajadoras, que atenderán la cocina, el huerto ecológico, el corral y otros servicios prestados a terceros para el mantenimiento de la colonia obrera.

El muelle cubierto o nave de mercancías se utiliza como pesebre para el ganado y debe ser desinfectado. T. C.

Dúnia Rossell buscaba el Norte y dio con La Engaña por casualidad, pero una vez empapada de su historia y de su paisaje, siente que “este es el lugar y tiene que serlo. Es como si me llamara”, asegura. Veinte años se emplearon en completar la accidentada obra del túnel de La Engaña, de casi siete kilómetros de longitud, y la horadación costó la vida a decenas de obreros, la mayoría aplastados por rocas o consumidos por la silicosis. Durante los primeros años cuarenta del siglo XX, los trabajos más penosos, dentro de la galería, recayeron sobre presos republicanos represaliados por la dictadura franquista. Después continuaron con la gesta miles de trabajadores libres emigrados de todos los puntos de España. Rescatar este trozo de historia del olvido y recuperar los nombres de sus protagonistas, “nuestros grandes maestros de vida”, es uno de los propósitos de esta trabajadora social y educadora infantil.

 

Primer contenedor con material de obra que ha llegado a la estación para marcar el perímetro de la rehabilitación. T. C.

Simpatías y voluntades

El primer reto ha sido firmar, el pasado 1 de diciembre, un contrato de alquiler con el administrador ferroviario para la cesión de las instalaciones y no es fácil convencer a las entidades públicas cuando detrás de un proyecto hay más empuje y creatividad que capital. “Ha sido una labor de un año y agradezco la confianza que han depositado en nosotras”. La memoria de presupuestos que presentó Dúnia no parecía creíble por lo exiguo de la cifra, pero “solo pasé lo imprescindible”. No incluía los gastos de mano de obra, que correrá a cargo de asociados, voluntarios y “profesionales cooperadores”, y el coste de los materiales se reduce porque todo procederá del reciclaje, del aprovechamiento de hasta la última piedra que esté fuera de su sitio pero sobre el terreno, de donaciones y de “negociaciones con empresas de la construcción” que simpaticen con la causa.

La trabajadora social subraya que “no perseguimos el lujo. Queremos ofrecer un servicio cómodo, sin florituras. Aprovecharemos todo lo aprovechable, que es bastante, y todo lo demás lo iremos consiguiendo a medida que extendamos nuestra red de apoyos e intercambios”. En el contrato mercantil de arrendamiento, de ocho años prorrogables, se incluyen solo dos edificios, el de viajeros y el muelle cubierto, y un terreno. Rossell quiere incorporar a su colonia de forma progresiva el resto de construcciones: la ermita-escuela, las viviendas de los ingenieros y de los jefes de taller (que serán rehabilitadas y ocupadas por las familias de la asociación), los barracones de los obreros, la antigua hospedería… Hasta donde pueda llegar.

Acceso al túnel de La Engaña por la boca sur, paraje ceniciento y húmedo en esta época del año. T. C.

Ochenta días para conquistar a los pequeños mecenas

Dúnia Rossell hace un llamamiento para reunir socios de la colonia en calidad de residentes-peones que al principio trabajarán sin remuneración. Aunque se dirige “en primer lugar a mujeres cuidadoras de familiares para que dejen de ser un colectivo de exclusión y puedan conciliar su vida laboral y familiar a través del trabajo digno y estable”, también tienen cabida, “en segundo lugar, los hombres cuidadores” y, “en tercer lugar, solteras, solteros, parejas y familias”.

Para transformar su utopía en realidad, Rossell y las otras tres personas fundadoras de la Asociación Social e Histórica de Economía Feminista (ASHEF) necesitan reunir 20.000 euros en ochenta días, “la cantidad mínima imprescindible para conseguir la cédula de habitabilidad” de los edificios a rehabilitar. Desde el 7 de enero y a través de la plataforma namlebee.com, todas las personas que lo deseen pueden colaborar con un mínimo de 10 euros “tantas veces como quieran y con un máximo sin límite. Las aportaciones a nuestro proyecto social se compensarán con alojamiento gratuito en la hospedería cuando dispongamos de ella”, señala la trabajadora social.

Dúnia Rossell quiere extender su proyecto social al resto de construcciones que agonizan en el poblado de La Engaña y que no entran en el contrato firmado hasta 2023. T. C.

La asociación no solo invita a colaborar en la financiación a través de este sistema de micromecenazgo (crowdfunding), también pretende contar con donaciones y mano de obra gratuita. Entre las peticiones concretas citan mobiliario, materiales de construcción, herramientas y maquinaria, un vehículo adaptado para personas con movilidad reducida, un todoterreno, una caravana, una caseta de exterior, estufas de gas butano, un generador eléctrico. “Necesitamos tanto peones como peonas para diferentes trabajos, técnicas y técnicos que nos enseñen, supervisen y firmen certificados de obra. Necesitamos la cooperación de una arquitecta colegiada”, enumera Rossell. Por pedir que no quede.

Temas

La construcción del túnel de La Engaña fue una gesta baldía que se cobró muchas vidas. En este espacio se recoge la historia del Santander-Mediterráneo y, en especial, la de ese tramo que nunca llegó a funcionar. Y se proponen rutas senderistas por el impactante paisaje que atraviesa la vía fantasma

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