Ruinas de película
El túnel de La Engaña, abandonado sin que nunca llegara a utilizarse, y las ruinas de los poblados que lo flanquean, resisten como piezas rotas de un relato inconcluso. Las obras de la perforación del conducto y del tramo de 17 kilómetros del que forma parte esa galería de casi siete kilómetros que horada la Cordillera Cantábrica se prolongaron entre 1941 y 1961, con un parón entre los años cuarenta y cincuenta en el que hubo un cambio de empresa concesionaria. Con cinco túneles perfectamente acabados, con la explanación rematada, con el viaducto de Santelices levantado, con todos los edificios concluidos, jamás llegó a tenderse la vía. Una decisión política dio al traste con todo el proyecto. Las ruinas resisten hoy para contar, a retazos, una historia que no debe repetirse y que dejó graves secuelas por el camino: una veintena de muertos por derrumbes, cientos de heridos y centenares de trabajadores que contrajeron la silicosis y fallecieron a causa de esta enfermedad pulmonar irreversible.