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Guillermo Balbona

Fuera de campo

Parodia fina y desmadre tosco

Kingsman: servicio secreto
Reino Unido. 2015. 129 m. (16). ‘Thriller’. Director: Matthew Vaughn. Intérpretes: Colin Firth, Taron Egerton, Samuel L. Jackson, Michael Caine. Salas: Cinesa y Peñacastillo

Un ‘my fair gentleman’ de traje y puntualidad británica, tan pulcro y eficaz como divertimento como fallido en sus ambiciones de estilo. Una de espías entre la mentalidad cachonda y la parodia fina que desemboca en un torbellino de media hora final tan desbordante como excesivo. Adaptación del cómic de Mark Millar y Dave Gibbons, ‘Kingsman’ es un diálogo lúdico entre maestro y pupilo con un caudal de ironía en su primera hora que sube la adrenalina de la elegancia y del humor paródico más sutil con fondo pigmalion.

Los encuentros entre Colin Firth y Michael Caine poseen esa fricción magistral de los intérpretes con clase. Diálogos que dejan huella y subrayados sobre las clases sociales y la marginalidad que echan chispas.

Divertida y juguetona, la cinta de Matthew Vaughn, cineasta de ‘Stardust’ y ‘X-men primera generación’, entre otras, es una miscelánea entre un joven y zarandeado James Bond pasado por el filtro de ‘Kick-Ass, listo para machacar’ y el homenaje a ‘Los vengadores’. Cuando hay equilibrio entre la parodia y el gamberrismo en torno a la seriedad y lo opaco de algunas tramas de espionaje, el filme gana en personalidad y lucidez y es fácil dejarse llevar. Precisamente pierde energía en su tramo final por su desmesura y su obsesiva mirada de captación de los espectadores juveniles. Dos secuencias fracturan el filme en esos otros tantos frutos y emociones: la desenfadada, fresca y sutil parodia de la entrada en acción del personaje de Colin Firth en el pub y, en contraste, su interminable combate sangriento durante la ceremonia de fanatismo religioso. Ambas marcan las distintas atmósferas y pretensiones de una historia que primero busca la excelencia y cierta originalidad y frescura, y después se decanta por contentar a todos desvirtuando la médula espinal de una obra que empezaba a asentarse en la diferencia.

Vaughn evita el infantilismo, se marca incluso algunos guiños referenciales nada banales sobre la cultura popular al hacer hincapié en las virtudes que debe tener un caballero, más allá de la apariencia, pero tira de manual a la hora de las resoluciones, entre Tarantino y el efectismo de película juvenil combinada con un Austin Powers satírico, a veces hasta cruel. Precisamente lo que logra su interesante guión de película comercial arriesgada, con diálogos despiadados y ultraviolencia, lo niegan unas imágenes irritantes y con tendencia a la pirotecnia facilona.

Un Casino Royale a modo de superhéroe a su pesar. Gags divertidos y ocurrentes y, en general, una obra simpática que busca vueltas de tuerca entre los lugares comunes, construyen la ilustración en su trasvase del cómic a la pantalla. Ahora la mirada juzgará ante esta doble visión: la de una comedia ‘british’ de ingenio y paraguazos; o la de una comedia de caballeros de mesa redonda callejera y sastrería, entre la acción y la nobleza, haciendo concesiones al cada vez más superpoblado ecosistema de superhéroes.
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Guillermo Balbona comenta la actualidad cinematográfica y los estrenos de la semana

Sobre el autor

Bilbao (1962). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense. Ser periodista no es una profesión, sino una condición. Y siempre un oficio sobre lo cotidiano. Cambia el formato pero la perspectiva es la misma: contar historias.


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