Ballerina
2016 89 min. Francia.
Director: Éric Warin, Éric Summer.
Guión: Éric Summer, Carol Noble, Laurent Zeitoun.
Música: Bruno Coulais.
Fotografía: Jericca Cleland. Animación Salas: Cinesa, Peñacasillo y Los Ángeles
E s un paso a dos de píxel y clasicismo. La necesidad de contar y la danza entrelazadas. Aquí la idea del cuento clásico, del relato con moraleja es la que gira en torno a un ballet de animación a veces correcto y previsible, otras estilizado. Coproducción francocanadiense, nuevo paso del cine europeo en su intento de ponerse a la cabeza de algunos proyectos de género que compitan con fuerza y argumentos, ‘Ballerina’ mezcla ‘La cenicienta’ y ‘Moulin Rouge’. Felicia es la niña huérfana que escapa del orfanato en busca de su sueño. Nada nuevo. Pero la textura, lo virtual y lo ampuloso suman ese toque añadido que sirve para cubrir el tópico de una capa de virtuosismo. Lo grácil y la ingravidez del argumento colisionan con la parafernalia de la animación contemporánea en esta pieza que agita el encanto con la simpatía y la delicadeza. No hay nada especialmente innovador en este álbum con fondo de Tchaikovski o Stravinski. Duelos y duetos, dualidades, paralelismos como la construcción de la Torre Eiffel y la Estatua de la Libertad alimentan con simpatía este enjambre sonoro y visual entre cuyos tutús y sueños de bailarina asoma la iconografía de los cuentos mas populares. Las escenas, acción e intimidad, lo urbano y los interiores, están basadas en variaciones y reiteraciones. Movimiento es el eje vital y creativo que da sello a la casa. Todo se mueve en danza: el deseo, el sueño, el objetivo imposible, la invención, la intención. Aunque como sucede en la reciente ‘¡Canta!’ de Garth Jennings, vuelve a recurrirse a lo competitivo y al show de talentos con su inevitable guiño televisivo. Éric Warin y Éric Summer no pierden de vista ni ‘Ratatouille’ ni a Dickens, por situarnos en dos extremos del imaginario y todo su volcánico caudal cultural remite también a ‘Las zapatillas rojas’ y a las coreografías clásicas. Cuento de hadas con pocas aristas y unos personajes secundarios menos atractivos que lo que suelen habitar en la animación de Pixar o Disney. Es verdad que ‘Ballerina’ encuentra algún resquicio para saltarse la moralina y el retrato más tradicional pero no puede hablarse de transgresión ni hay intención de ella. El despliegue digital y una cierta mirada creativa bailan sobre la cuerda floja. La superación y las figuras humanas, más allá de algunas caricaturas, quedan absorbidas por la excelencia de los escenarios.