Moretti, fragancia de vida
Italia. 2015. 102 m. (7). Drama. Director: Nanni Moretti. Intérpretes: Margherita Buy, John Turturro, Giulia Lazzarini, Nanni Moretti, Beatrice Mancini, Stefano Abbati. Salas: Groucho
Sus películas siempre rezuman una extraña fragancia de familiaridad cotidiana y fronteriza singularidad entre la realidad y la ficción. Nanni Moretti ha alternado el sentido crítico social de su primera etapa más militante, que nunca se desvanece, con relatos anclados en una pesada carga autobiográfica sobre el mapa emocional y la experiencia sentimental, como sucediera tras la muerte de su hijo y ahora con su madre. El cineasta italiano, que se ha prodigado poco en pantalla en la última década, ha regresado con ‘Mia madre’ una historia familiar, intimista, con toques de comedia dramática que además potencia la mezcla entre lo emocional y lo social.
El cineasta de la encantadora ‘Caro diario’ recurre a esa cartografia del dolor y la pérdida para trazar su particular ocho y medio y reflexionar sobre el cine dentro del cine. Margherita Buy, excelente, es el verdadero trasunto de Moretti, quien esta vez se reserva un papel en la sombra más pequeño, quizás para buscar mayor distanciamiento sentimental y evitar también fáciles asociaciones. El director de ‘Habemus Papam’ logra firmar un filme equilibrado donde la contención y la amargura por el paso del tiempo tienen su contrapeso en presencias como la de John Turturro, cuyo papel de estrella permite mostrar ironía y lucidez.
A veces el Moretti fresco y desenfadado de la primera época asoma filtrado en escenas existenciales, en juegos y gestos que el cineasta afronta con un sentido y uso maduro de la libertad. Lo que en otros serían meros caprichos en el italiano adquiere una textura reconocible y acogedora, aquí plasmada en una senda de memoria, ensoñaciones y fantasías. ‘Mia madre’ es ligeramente trascedente y goza de una trascendental ligereza. En Moretti siempre hay algo que sobrevuela y levita, en el que el humor, la desesperanza, la ternura, la mirada atrás, el miedo y el vértigo ante lo que vendrá adquieren una consistente apariencia de hogar. Uno pese al drama se siente seguro, arrullado por una melodía que suena a Moretti, a sucesión de recuerdos, a permanente mirada desde el pasado, antes de que todo nos sea arrebatado. Como sucede a veces con Woody Allen, el italiano busca jugar con el guión de cierto descuido formal que no es tal, lo que aquí parece más acusado dada la grandeza del guión. A la magnífica ‘La habitación del hijo’, dura, sobrecogedora, sin concesiones, le opone ahora el cineasta este retrato de madre asomándose a la muerte. Realismo y naturalismo, viñetas oníricas y un retrato coral de los muchos miedos que nos azotan. Hay sencillez en la complejidad, y viceversa. Pero, sobre todo, ese territorio acotado donde se posa la vida de frente antes de que miremos para otro lado.
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