El gozo de contar y ser contado
1955 122 min.Estados Unidos Director: Raoul Walsh Reparto: Clark Gable, Jane Russell, Robert Ryan, Cameron Mitchell, Harry Shannon, Emile Meyer, Mae Marsh. Western. Sala: Bonifaz. Filmoteca de Cantabria. Esta semana.
Ahora que a algunos se les llena la boca de asombro digital, fascinados por el artificio antes que por el arte de contar, conviene volver la vista a anteayer y redescubrir la sencilla fineza de contadores como Raoul Walsh. La Filmoteca, que salpica el mes de enero con la evocación de varios western, acude a una de las geografías míticas, preciosistas y épicas del género: la mirada del cineasta de ‘Murieron con las botas puestas’ en este paseo de intrépidos, forajidos, paisajes y colisiones entre el hombre y la naturaleza.
‘Los implacables’ quizás carezca de ese tono apasionado y adherido a la piel de lo fordiano, pero esta historia de ganaderos, cuatreros y rivales en el amor posee una potente cartografía humana y una atmósfera de celebración del paisaje. Walsh eleva la presencia en pantalla de Clark Gable, bien secundado por Jane Russell, Robert Ryan y Cameron Mitchell, en un entramado coral efectivo. La sucesión de escenarios naturales, el vigor narrativo y la inteligente agitación de acción y romanticismo, junto con los factores dramáticos ad hoc, configura el atractivo cuerpo de este trayecto de poderosa factura visual. Sobre un libro de Clay Fisher el conflicto crece, a través de una excelente dirección de actores, en un duelo de caracteres, sueños y seducciones. La exuberante presencia de Jane Russell ofrece un contrapunto a ese mundo rudo, de atmósfera sucia, de polvo y tierra, que el cineasta de ‘Al rojo vivo’ y ‘La pelirroja’ traza con maestría.
Director eficaz, de mirada contundente, su cine –y este es un buen ejemplo de ello– revela una pureza sensorial, estilista, un continuo elogio de la aventura de vivir, que es la más grande de todas, con fe en lo que se cuenta y cómo se quiere contar, muy al contrario de buena parte de los proyectos del presente que se afrontan con una desgana narrativa y un descuido preocupantes. Fernando Trueba subrayó con ocasión de la muerte de Walsh que el director «filmaba con la cámara a la altura del hombre. El estilo de Walsh estaba hecho de naturalidad, ritmo, soltura, humor y sentido de la emoción». ‘The tall men’, definida por las aristas más sutiles de sus protagonistas, de ritmo pegadizo, exhibe sin petulancia toda su capacidad natural para engrandecer el sentido del relato. El espacio, comprendido por lo físico y telúrico, por un viaje vital y moral de los protagonistas, enciende las pasiones primarias que habitan en el corazón de esta cinta elegante que nunca deja crecer en su sencilla dimensión compleja. Un gozo para la vista y para ver más allá de la pantalla.
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