El desconocido
España. 2015. 102 m. (12). ‘Thriller’. Director: Dani de la Torre. Intérpretes: Luis Tosar, Javier Gutiérrez, Goya Toledo, Fernando Cayo, Elvira Mínguez. Salas: Cinesa y Peñacastillo
Con pulso y mando, sin pausa, muy aferrado al terreno, Dani de la Torre convierte su debut en un sólido artefacto que toca el nervio más delicado de la crisis. Con hechura de thriller, ‘El desconocido’ es un filme militante de sí mismo, que pulsa la realidad desde la periferia para acabar en el corazón de ella. Con un excelente Luis Tosar al volante, sin bajar la guardia, omnipresente, el retrato de padre angustiado, tan certero como a veces crispado, es uno de esos tantos naufragios desolados, de dolor, marginalidad, sentimientos de culpabilidad, errores e insensibilidad que han poblado el mapa de la insolidaridad del presente.
El cineasta con mucha solidez narrativa, sin distracciones, pese a los mecanismos de debilidad que suele conllevar exprimir las situaciones límite (y toda la historia lo es) logra un filme de suspense extremo, sostenido en un alambre, en un cable, en un asiento inestable, entretenido, incluso emocionante en ocasiones, con un magnífico dominio del sentido visual y del montaje. ‘El desconocido’ quizás se aturulla cuando pretende retorcer al máximo las extremidades nerviosas de sus personajes y cuando masajea en exceso el mensaje en el último tramo del filme. Es cierto que asoman algunos agujeros negros en el guión, pero se suplen con una sapiencia y un talento sin fisuras. ‘El desconocido’ no tiene límites y esa es su grandeza y también su trampa. Historia trepidante, sin excesos facilones, ambiciosa en su denuncia, que logra poco a poco que todos metamos los pies en el barro y analicemos cuánto de culpa, de verdad y mentira, de buenos y malos tenemos cada uno en esta ciénaga inmoral, insolidaria y muchas veces, las más, inhumana.
La magnífica dirección de actores, desde los niños al regreso de la siempre eficaz Elvira Mínguez, contribuye a que el espectador quede atrapado en esa tela de araña, en esa red de móviles, capas y subcapas solapadas de enredo tenso que Dani de la Torre firma con solvente eficacia. Hay un sentido del entretenimiento puro, sostenido en un ejercicio de estilo que certifica la caligrafía del debutante (sus planos secuencia o sus travelling circulares) que nunca se detiene a la hora de convertir el ritmo en un estado de zarandeo permanente gracias al guión bien construido de Alberto Marini (‘Mientras duermes’). Es verdad que el filme se estanca cuando la policía adquiere un protagonismo excesivo y los detalles rozan lo inverosímil pero visualmente el director nunca deja solo al espectador. Cine con bomba adosada, la física y la metafórica, adrenalítico, incluso claustrofóbico, al que solo le sobra algo de ruido e histeria. De la Torre, con desparpajo y solvencia, nos pone al volante y ya no paramos. Con un minuto de reflexión dentro de la historia de la ficción, y cien fuera, en la realidad de cada uno de nosotros, el talento y la necesidad hubiesen casado hasta estallar del todo
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