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Guillermo Balbona

Fuera de campo

Arriba y abajo

Everest
EE UU. 2015. 121 m. (12). Aventuras. Director: Baltasar Kormákur. Intérpretes: Dylan O’Brien, Jason Clarke, Josh Brolin, Jake Gyllenhaal, Elizabeth Debicki, Keira Knightley, Sam Worthington, Robin Wright. Salas: Cinesa y Peñacastillo 


Hay más frío que vértigo, más planificación que alma en esta aventura desigual. Arriba y abajo, la épica y también el drama, lo documental y lo íntimo, las anécdotas y la grandiosidad que impone el paisaje de la montaña (los Alpes, por cierto) conviven en colisión casi todo el metraje.

‘Everest’ es postal, sacrificio, locura y, por supuesto, pulso con la vida y la muerte. Pero todo se enuncia, se describe y nunca vemos ni sentimos la médula del drama interior, el misterio y las sensaciones que se desprenden de ese vínculo entre el hombre y la naturaleza. Baltasar Kormákur, cineasta de ‘2 Guns’, clava la piqueta en una primera parte funcional, centrada en trazar los perfiles psicológicos y motivaciones de una doble expedición de alpinistas dispuestos a cumplir su sueño. ‘Everest’, no obstante, se debate siempre entre las concesiones a un reparto coral integrado por estrellas que demanda su protagonismo –de Jake Gyllenhaal a Brolin y Emily Watson, y una desaprovechada Robin Wright– a la necesidad de fijar la mirada en la lucha por la supervivencia que reclama la montaña, la furia de los acontecimientos, la fuerza y debilidad del ser humano y las decisiones egoístas o solidarias.

Todo no cabe en la mochila del cineasta de ‘Contraband’ cuya mirada documental, la excelencia y rigurosidad de su relación con el hábitat de la montaña y sus reglas queda devorada por un drama intimista, familiar, emocionalmente tramposo, en especial en una última media hora final retorcida y vulgar. Se siente la claustrofobia y la angustia cuando la nieve y la altura no admiten más pasajeros en su viaje al cielo, pero ‘Everest’ no llega al fondo del interrogante que atraviesa el filme: ¿Por qué…escalar, subir, afrontar los peligros, enfrentarse a una mezcla de supervivencia, competitividad y superación? La montaña es sin duda el verdadero y más auténtico personaje de este filme y ella tiene las respuestas. Entre la hazaña y el fatalismo, el paisaje, más que el paisanaje, acapara el atractivo visual sepultado por un alud sentimentaloide en su metraje final y unos diálogos vergonzosos. Kormákur sitúa en un plano original los hechos acontecidos en 1996: una empresa destinada a ayudar a quienes se embarcan en la aventura.

El director islandés que, antes de desembarcar en EEUU, firmó cintas interesantes como ‘101 Reikiavik’, logra los mejores momentos al describir esa contradicción en el duelo personal y único entre cada persona y el entorno, y la masificación, el mercado y el lado mercenario. A veces se intenta eludir los tópicos de la superproducción catastrofista, pero la odisea carece de equilibrio, la esencia de la montaña se derrite y el fondo de armario dramático de familiares y rescatadores borra ese diálogo de inmensidad y belleza que siembra de respuestas el camino a cualquier cima.
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Guillermo Balbona comenta la actualidad cinematográfica y los estrenos de la semana

Sobre el autor

Bilbao (1962). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense. Ser periodista no es una profesión, sino una condición. Y siempre un oficio sobre lo cotidiano. Cambia el formato pero la perspectiva es la misma: contar historias.


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